La historia lingüística del pueblo raizal está marcada por un patrón que se repite en la historia de Colombia: la imposición de un imaginario nacional construido desde el centro, en el que lo andino se erige como la medida de la unidad y lo demás es reducido a periferia. El análisis histórico de la relación entre la nación y la costa Caribe –y de manera particular, con el archipiélago de San Andrés, Providencia y Santa Catalina– deja al descubierto un cisma estructural.