Allí esta parada en la puerta, esperándome para decirme en su inocencia con un gesto amable cuanto me ama, y yo llego con los brazos abiertos, para perderme en la ternura de su mirada como buscando el cielo, la levanto en vilo y me dejo acariciar de sus ojos, luego la abrazo tiernamente y soy feliz.