El fallo del 19 de noviembre pasado proferido por el Tribunal de Justicia de La Haya que nos cercenó derechos ancestrales ejercidos sobre el mar al pueblo raizal del archipiélago, es en lo absoluto vigente y efectivo. Por más evidente que resulta aceptar que la vida continúa, qué como decimos algunos: debemos fijar grandes metas colectivas con las oportunidades que nos revela la crisis, aún así no acaba el duelo.