Colombia enfrenta hoy un problema que es imposible de ocultar, y es evidente, el tema de la seguridad es fundamental para entender la dinámica de las relaciones entre el Estado y la ciudadanía.

Por mucho tiempo en los resultados electorales prevalecieron liberales y conservadores, con sus partidos tradicionales que agruparon la gran mayoría de las pasiones políticas bajo los colores rojo y azul dominantes, que con otros de izquierda y derecha minoritarios formaron el firmamento de la expresión democrática colombiana.

La gran elite bogotana, principal instigadora –a través de los medios de comunicación más influyentes del país- del antiuribismo rabioso, está de celebración y que lástima que de esa elite pendenciera hagan parte en este momento periodistas y columnistas tanto de la revista Semana, de El Espectador, e incluso de El Tiempo.

La autonomía de la Región Caribe es una idea de vieja data. Y quizá no había tenido éxito hasta ahora debido a que nunca tuvo el empuje político que le han dado en el momento actual. Por esta razón nos aprestamos a votar en las próximas elecciones por la posibilidad de que exista o no en Colombia la primera Región Administrativa y políticamente autónoma, de acuerdo a lo estipulado por la Constitución del 91.