Hace más de un año nos visitó un experto en planeación y desarrollo urbano llamado Carlos Jaramillo, quien se desempeñó como Director del Departamento Administrativo de Planeación de Medellín durante la alcaldía de Sergio Fajardo y seguidamente de Alonso Salazar. Nos vino a hablar de urbanismo social en marco del ‘Segundo foro de liderazgo y nuevas formas de gestión pública’. Mucha información, mucho aprendizaje, pero rescato su énfasis en que para desarrollarnos como territorio, el primer paso –que no suele ser simple– es definir un norte.
Pero, ¿cuál es el norte de nuestras islas?
En ‘Archipiélago Posible’, después de reflexionar sobre esta pregunta durante muchas conversaciones, durante mucho tiempo, llegamos a la conclusión que aunque muchas veces no parezca, nuestras islas ya tienen un norte ideal definido. Y este norte no transita sobre enormes infraestructuras, ni megaproyectos, como tampoco ha tenido origen ni asiento en la política regional.
Lo más sorprendente de este norte, es que ha surgido de las entrañas de la esencia natural de la cultura raizal, sanandresanos y providencianos y otros quienes sin haber nacido aquí, amamos estas islas. Ese norte ha surgido del reconocimiento de nuestros valores y riquezas más grandes y de sus amenazas, potencialidades y fragilidades. Es una especie de norte no consiente y subvalorado en su importancia. Es un norte definido hace varios años atrás en los escritos de pensadores como el Profesor Germán Márquez, es un norte definido siglos antes por una cultura raizal caracterizada por un manejo sostenible e inteligente de los recursos que encontraron en este maravilloso territorio; es por tanto un norte perdido en el tiempo que se rescató.
Ese norte se llama Reserva de la Biosfera Seaflower, que para aclarar confusiones no se trata de un premio o un reconocimiento, no se trata únicamente de proteger unas especies y no se trata de un asunto de ambientalistas y ecologistas. No, un rotundo no; habernos declarado Reserva de la Biosfera es la decisión política más importante desde la declaratoria de puerto libre, siendo una especie de giro ideológico frente a un modelo que nos dejó más cosas malas que buenas.
La Reserva de la Biosfera Seaflower no es un asunto meramente de responsabilidad de Coralina, no.
Reserva de la Biosfera es un asunto público de la mayor importancia para todos, debería ser parte de cada decisión que se tome, de cada discurso político, debería ser decisorio en nuestros destinos, debería ser un tema cotidiano, un tema de seguimiento, un compromiso de la ciudadanía y sus dirigentes.
Entiéndase que aferrarnos a este norte sea quizás la última oportunidad que tengamos, puede ser el sueño en el que todos nos incluyamos y construyamos identidad común que tanta falta nos hace, puede convertirse en una oportunidad para competir con calidad más que con cantidad en una industria turística globalizada y cada vez más competitiva, puede ser la oportunidad para potencializar el talento de nuestra gente, crecer de forma incluyente nuestra economía y conservar los recursos naturales majestuosos que son nuestra responsabilidad con la humanidad.
Tenemos un norte, un norte además ideal, ¿qué nos hace falta entonces?
No es una pregunta simple, su respuesta tiene múltiples matices, pero se puede resumir en lo siguiente: caminar, caminar, caminar por fin y dejar de pelearnos entre nosotros, caminar juntos hacia ese norte definido. Habrán obstáculos, ¿y en cual camino no? Lo importante es caminar y dirigirnos. Ese caminar sería la muestra más grande de autonomía al no dejar que nos manipulen y nos confundan; de inteligencia al comprender lo que tenemos y cómo podemos potencializarlo; de responsabilidad con lo mucho que nos ha ofrecido la naturaleza; y de compromiso al asumir nuestro deber de conservarlo para nuestros hijos.
Es un norte que está allí, a lo lejos, o tan cerca como lo queramos, el asunto es que comprendamos y entendamos su esencia y caminemos. Ya llevamos más de una década avanzando en zigzag, alejándonos decididamente y dando pequeños pasos adelante mediante iniciativas aisladas. El tema ambiental debe ser la base de nuestro desarrollo y no un simple anexo, debe ser así de simple y contundente: nuestro camino por recorrer.
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