Manos a la obra

Imprimir

No hay ninguna descripción de la foto disponible.

La crisis de conectividad aérea por la que atraviesa San Andrés, tiene en serios aprietos la sostenibilidad del turismo, la principal fuente de ingresos de la economía local. Además, representa una carga que se suma al duro trabajo de los isleños y empresarios en la recuperación del sector después de la pandemia y la reconstrucción tras el paso del Huracán Iota.

Se trata, ni más ni menos, de una situación que evidencia lo insostenible que puede llegar a convertirse una industria dependiente por completo de la aviación comercial. Otra prueba de fuego que desafía la imaginación y la capacidad de gestión de los gobiernos nacional y departamental y, claro está, del empresariado isleño y la sociedad civil en su conjunto.

Esta crisis –otra más–  es una de las más retadoras que han enfrentado últimamente las islas, puesto que sus causas tienen origen en el sistema y no en fallas humanas, ni en fenómenos naturales, ni en las políticas locales, bien conocidas por la opinión pública. Lo que supone desde luego un riesgo significativo para la recuperación del turismo en el corto plazo.

Por eso, la reciente Vitrina de Anato que tuvo al Archipiélago como Destino Invitado, fue una feliz ocasión para sumar esfuerzos y formular alianzas con los más de 32.000 empresarios que asistieron, enviando al mundo un mensaje esperanzador y cautivante desde la Secretaría de Turismo, cargado de cultura y naturaleza, además de la tradicional oferta de sol y playa.

No obstante, es razonable no hacerse falsas expectativas porque recuperar la capacidad aérea y asegurar la pronta revitalización del flujo de visitantes, no es cuestión de un par de días. El difícil entorno económico mundial y nacional, que incluye precios de tiquetes aéreos por las nubes, agravados por el alza de los combustibles y la volatilidad del dólar, amenazan cualquier intento.

Pero además, y tan importante como las anteriores consideraciones: hay que poner la casa en orden, comenzando por la –única– puerta de entrada de pasajeros de San Andrés: el aeropuerto. Una edificación vetusta, ineficiente y sobre diagnosticada, que lleva largos años postergando su remodelación, a pesar de existir planos, maquetas y hasta atractivos videos, todos engavetados en las dependencias oficiales.

Claro está que dicha puesta en orden debe continuar al interior de la casa mejorando básicamente la infraestructura territorial, el cuidado del medio ambiente y la biodiversidad, ofreciendo atractivos y espacios públicos amigables con el paisaje y en concordancia con la oferta eco turística y sostenible que supone un destino declarado Reserva Mundial de la Biosfera hace más de 20 años.

Esta es una tarea que requiere de la sólida unidad de voluntades y criterios de los sectores público y privado, congresistas y líderes sociales, para poder afrontar con la debida fuerza la situación; encontrar fórmulas de solución de largo plazo, y evitar sucumbir a los estragos socioeconómicos que ya se vislumbran a causa de la caída del flujo de pasajeros.