Un ratito después de las 9:00 am

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EDNA.RUEDEA2Ayer, un ratito después de las 9:00 de la mañana, entre una multitud de desconocidos se conocían sólo entre ellos, San Andrés, el planeta considerado paraíso, se bajó las enaguas, mostró sus miserias y admitió su enfermedad. Se notificó al pueblo raizal su estado como ‘Sujeto de reparación colectiva, como víctima del conflicto en la Colombia continental’.

Lo curioso es que fue la segunda vez este año, en el que se hace notificación de obviedades para los isleños. La ley de fronteras, requirió por ejemplo, que se indicara, lejos de cualquier sospecha, que las islas más al norte, las que han sido parte del conflicto fronterizo más popular del país en el siglo XX y lo que va del XXI, eran como supondría la lógica, un mapa, o el alegato mismo: frontera. Sí, el primer paso de la Ley de Fronteras, fue declarar a estas islas fronteras.

La declaratoria de sujeto de reparación, no parece otra cosa que un decreto que confirma lo obvio. Claro que hemos sido parte del conflicto desde el primer día. ¿O por donde creen que se introducían las armas con sello sandinista para alimentar los grupos insurgentes desde los años 80? ¿De dónde eran estos capitanes, los que conocían las rutas ocultas de un mar que solo les pertenecía a ellos?

¿Desde cuándo se acostumbró al silencio a ser parte de la vida diaria? Silencio que evocaba nombres de hombres perdidos en el mar. ¿Cuál fue la ruta marítima que alimentó el tráfico desde los carteles hasta el país del norte?

Pero como en esos días hito de toda terapia, ese donde se rompe la burbuja protectora, ese rodeado de mecanismos de defensa, de pronto se confiesa lo inconfesable y se admiten los dolores, ese donde la negación al fin se achica y casi desaparece…

Así se admite, al fin, que aunque no se pusieron bombas o se explotaron oleoductos, hasta aquí llegó el olor metalizado que tiene la sangre ajena, hasta aquí se quedaron viudas, huérfanas, y madres sin respuestas. Aquí también, se ha vivido la inequidad, la injusticia y la pobreza. También nosotros merecemos el reconocimiento del dolor.

Y la reparación expresada como convocatorias, licitaciones y oportunidades académicas, cumple con la expectativa de mediación del dolor. Sin posibilidad de reconstruir el pasado, la construcción del futuro a partir de la congruencia individual y comunitaria, se parece mucho al comienzo de reconciliaciones perennes.

El inicio del fin de la negación como política pública, y norma de la buena costumbre, empezó, el pasado 15 de diciembre, un ratito después de las 9:00 am.

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Este artículo obedece a la opinión del columnista. EL ISLEÑO no responde por los puntos de vista que allí se expresan

Última actualización ( Sábado, 16 de Diciembre de 2023 03:43 )