Cristo rey del universo: pasado, presente y futuro

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SANABRIA.OBISPOCelebramos la Solemnidad de Cristo Rey de Universo, que se levanta victorioso sobre toda la creación para recibir honor y gloria. Las imágenes típicas de Cristo Rey lo presentan sentado en su trono de fortaleza, autoridad y poder; rodeado de ángeles, quienes lo coronan en señal de premio, y símbolo de nobleza y dignidad…

En una mano lleva el cetro, como muestra de soberanía y autoridad; en la otra toma al mundo, como dueño y Señor de la Creación, y en su pecho brota su corazón ardiente en llamas de amor por la humanidad.

Para comprender el reinado de Dios tenemos que hacer una peregrinación histórica, cultural y espiritual, porque Dios desde los orígenes del mundo se ha presentado como el rey del mundo, que en la plenitud de los tiempos envió a su hijo como Rey, y que sabemos que volverá victorioso al final de los tiempos

Hablando de peregrinaciones, un día decidió el anacoreta Yosef emprender una peregrinación a un lugar santo situado a muchos kilómetros y rodeado de montañas, ríos y barrancos. Comunicó su proyecto a otro anacoreta que vivía en un monasterio rico. Cuando éste escuchó la propuesta y estudió detenidamente los pormenores del viaje, le dijo:

- Pero ¿qué llevas para el viaje?
El pobre Yosef contestó:
- Un jarro y un plato de aluminio. Recogeré agua con mi jarro y cuando sienta hambre pediré alimentos con mi plato.

El anacoreta rico le dijo que él llevaba años queriendo hacer esa peregrinación, pero que no había podido reunir aún todo lo que necesitaría para el viaje. El pobre se fue solo. Y un año después, cuando volvió supo que el rico aún no se había puesto en camino porque todavía le faltaba algo.

El reinado de Jesús ha sido un peregrinaje por la historia de la humanidad como el de aquel anacoreta pobre, a quien le bastó un jarro y un plato de aluminio; a Jesús le bastó hacerse como nosotros y tomar una cruz. Para nuestra comprensión humana tan limitada, tenemos que enmarcar el reinado de Jesús en un peregrinaje siempre ascendente, que va del pasado al futuro, de lo puramente humano a lo más sublimemente divino.

El pasado de Cristo Rey; esta frase, sugestiva, nos sirve para hablar del reinado de Jesús, preanunciado desde el Antiguo Testamento donde aparece la figura del Rey David, y que nos presenta el libro de Samuel (Cfr 2 Sam 5, 1 – 3) que reunía características de un excelente Rey: cercano a su pueblo, a tal punto que dicen: “hueso tuyo y carne tuya somos; con un liderazgo grande, por eso: “todas las tribus de Israel se presentaron ante David y los ancianos de Israel lo consagraron rey diciendo: Tú pastorearás a mi Pueblo Israel. En el pueblo quedó marcada la imagen del Rey David, tanto que se convirtió en prototipo de lo que debía ser el Mesías Rey enviado del cielo, un rey poderoso, con esplendor y gloria en todo sentido.

El presente de Cristo Rey. Nos lo presenta San Lucas 23, 35 – 43. Es un rey que choca con la imagen de rey que había en el pueblo de Israel. Jesús se presenta como rey, sin poder político, económico, militar ni religioso. Es un rey humilde; no reconocido ni por los jefes del pueblo, ni por los soldados, quienes se burlaban de él. Es un rey que no buscó conquistas militares y violentas, sino atrapar corazones con la fuerza del amor; es un rey que no pretendió llenarse de riqueza sino donarse hasta vaciarse de sí mismo. Es un rey poderoso pero humilde, porque cura los enfermos, resucita muertos, perdona a los pecadores y ofrece la entrada al paraíso como lo hizo con el ladrón arrepentido. Es el rey del servicio y de la donación total. Tristemente este rey termina incomprendido y crucificado.

El futuro de Cristo Rey. Nos lo presenta san Pablo en su carta a los Colosenses (Cfr Col 1, 12 – 20). En términos teológicos se habla de la escatología, es decir, cuando el reino de Dios, al final de los tiempos, logrará su plenitud. San Pablo presenta la grandiosidad de Jesús, Creador y Salvador, centro y clave del universo y de la historia humana, comprometido con nosotros hasta el extremo de restablecer la paz por la sangre de su cruz. Ojalá sea Jesús quien reine en cada corazón, en la familia, en la Iglesia y en la sociedad donde vivimos.

Pero esto no se llevará a cabo en la otra vida, después de la muerte, sino que comienza ahora, para lo cual ha dejado su Iglesia y de la cual, él es la cabeza. A través de ella se prolonga en reinado de Jesús en la humanidad, por eso que la Iglesia es el sacramento universal de salvación.

El Reino de Dios comienza ya, está entre nosotros. Es hora de salir a peregrinar por el mundo llevando con nosotros la cruz del amor y la entrega de Cristo y nada más. Haciendo que el pasado, el presente y el futuro tengan a Cristo como Rey. Que Cristo reine en nuestros corazones.

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Este artículo obedece a la opinión del columnista. EL ISLEÑO no responde por los puntos de vista que allí se expresan.