Más que un simple nombre, la Reserva de Biosfera Seaflower es un espacio de inspiración, contemplación y la clara muestra de hacia dónde va el planeta tierra y sus especies.
Un espacio con aguas cristalinas que van desde un verde tenue hasta el azul de la profundidad, pero eso no es todo, su tamaño de –por ejemplo– siete veces el departamento de Cundinamarca, también es un corredor biológico de especies que van desde mamíferos marinos hasta aves migratorias.
Tanto así que, en la misma proporción, representa para Colombia gran parte de la biodiversidad por el cual se le considera el segundo país más rico en especies del mundo. Siendo así, me permito soñar.
Soñar con que, más que un slogan de promoción turística, sea respetada por lugareños y visitantes. Soñar con que el hermoso nombre de la embarcación que trajo los primeros pobladores en 1629 sea entendido como una esperanza de vida, porque así lo es.
Gran parte de la preservación de las especies de aire, mar y tierra están volando, nadando y andando sobre esta reserva.
También me permito soñar con ejemplos modélicos de otras regiones del mundo que pueden ser implementados en las islas, sin perjuicio de la pérdida de identidad.
En la propuesta costarricense, el sistema de parques SINAC, creado en 1994, el visitante encuentra que las bebidas, productos alimenticios y artesanales son exclusivamente elaborados por habitantes de la región. El grupo de fotógrafos oficiales de algunos parques son los únicos que tienen el derecho de entrar con cámaras, uniformados y con cinco idiomas disponibles.
En Bonaire, Galápagos, Isla del Coco (Costa Rica) además de los impuestos de entrada se paga por bucear, créame el lector, no es barato.
En STINAPA, sistema de parques de Bonaire, para los usuarios del Parque Nacional Marino Bonaire (BNMP), la tarifa de entrada/persona a bucear es de US $ 45 y la tarifa para la zona de naturaleza es de US $ 25, pagas una vez al año calendario, más los gastos por renta de equipos, tanques y logística.
Detalles que significan mucho: se prohíbe dejar baterías desgastadas alrededor de todo lo largo y ancho de Bonaire, entrar luces químicas para buceo nocturno o de cuevas, no existe una sola bolsa plástica.
Costa Rica, que empezó a pensar en turismo 20 años después que San Andrés fuese un emporio, también la tiene clara. Bonaire, nació turísticamente hablando, con los pies sobre tierra.
En Costa Rica la excursión de senderismo por el Parque Nacional Volcán Arenal vale $237.226 COP duración cuatro horas.
En territorio colombiano $53.500 COP es el valor de entrada al parque Tayrona para un extranjero y $18.000 COP para el nacional. En el Parque Nacional Natural Los Nevados. $28.500, adulto nacional o extranjero residente en Colombia.
Diferencia: voluntad política y concertación empresarial. Saber con qué se cuenta, qué se quiere obtener y qué hay que hacer para lograrlo. Diría que "soñar no cuesta nada", siendo así, pues ¡soñemos! Finalmente, la voluntad política nace de los sueños de los votantes.
Uno de estos sueños está basado en lo siguiente: según censo no oficial (año 2019), se estimó un promedio de 900 buceos/día en las aguas del archipiélago que, si bien irrigan flujo económico, con el cobro de una módica suma como tasa por uso, se podría pensar en invertirlos en conservación.
Y, cuando se habla de preservación, también sueño con que se hace emprendimiento. Con sólo legislar sobre la entrada de bloqueadores solares cuyos ingredientes son lesivos para los corales, se abren dos puertas: preservar y fomentar la industria local.
El sueño continúa
Conforme el título de esta columna, sigamos soñando; en promedio la salida en bote con "todos los juguetes" puede valorarse en promedio a los $325.000 dos buceos en la misma salida y $165.000 sencilla.
Usualmente se compite con calidad de servicio, de esta manera se logra evitar el colapso de lo llamado ‘industria del buceo’.
La pesadilla está en que, localmente, a partir de la competencia en precios de los últimos años al turista de hoy por hoy, se le ofrece a un valor de $120.000 doble salida y $80.000 la sencilla; sin mencionar la calidad del servicio prestado.
Pero, hay más de largo, la industria del buceo con tiburones permitió que en Las Bahamas se obtuvieron beneficios por valor de 800 millones de dólares durante los últimos 20 años.
Costa Rica, Panamá, Belice, Honduras, México, Bahamas, Tonga, Fiji, Nueva Zelanda y Colombia entre otros lo practican bien sea a pulmón libre o con equipo SCUBA.
Sueños…. y pesadillas
Entre las pesadillas está el estado actual del costado sur occidental, allí la tormenta tropical ETA lesionó gravemente una considerable porción de fondo marino, entre los 12 metros hasta el litoral seco.
Rehabilitar la zona es sencillo y se está en ésas, restaurarla es otra cosa más compleja y demorada. Soñaría yo que con una reducción o exención en el pago impuesto de industria y comercio para operadores de buceo se tendría manos y equipos suficientes para tal fin.
Pequeñas acciones han hecho el cambio en varias regiones del mundo; ¿qué tal reconocer un hijo del archipiélago?
Pues sí, el Hypoplectrus providencianus es tan hijo como cualquier otro. ¿Soñaría en vano si se reconociera oficialmente?
Flamingos, leopardos, elefantes, pingüinos, en la región de Los Andes en oso de anteojos, el cóndor en el escudo de Colombia, toro en España, entre otros más hacen que soñar no cuesta nada.
Y, si hablar del sueño dorado fuese, ¿por qué no hacerlo con una Seaflower de fronteras biológicas? ¿Acaso no es, al final de cuentas, reserva de vida, que no conoce de fronteras de papel?
En fin... despierta Jorge, que te caes de la hamaca.
(*) Miembro fundador de Help 2Oceans Foundation
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Este artículo obedece a la opinión del columnista. EL ISLEÑO no responde por los puntos de vista que allí se expresan.
Soñando la Seaflower