Conspiracionistas

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En ‘The Dangerous Side of Placebo Research: Is Hard Science Boosting Pseudoscience’, publicado en Clinical Pharmacology & Therapeutics de 2019; el doctor en neurociencias Fabrizio Benedetti se pregunta si la demostración que su trabajo hace sobre el papel de las creencias y la actitud del paciente en su recuperación y curación, no puede ser utilizado por las llamadas pseudociencias para cimentarse –aún más– entre el público neófito.

El fácil contagio, la taza de complicaciones y mortalidad, convirtieron al primo 19, en el más malo de todos los Corona. Pero esta familia, los Coronavirus, son en realidad viejos conocidos del vecindario, y han estado circulando entre nosotros por más de 10 mil años, como lo afirma el doctor David Wertheim, uno de los autores de ‘Un caso para el origen antiguo de los coronavirus’, publicado en 2013 en el Journal of Virology.

Este primo 19, ni siquiera es el primero en hacer su tránsito de animales a humanos. En realidad, este cross-over ya lo hicieron siete de ellos: cuatro causando una forma de gripe común, y los otros provocando el síndrome respiratorio agudo grave (SARS por sus siglas en inglés), el síndrome respiratorio de Oriente Medio (MERS) y el Sars Cov 2, el verdadero nombre del que se hace llamar Covid.

De esto se entiende que el estudio de una vacuna, no es un hecho fortuito que empezó en el 2020, si no que más bien se aceleró el desembolso de recursos para completar las fases pendientes.

Y de ahí viene la mayor de las teorías conspiratorias asociadas a la pandemia: la vacuna misma. Para los fanáticos de las pseudociencias, tanto la rapidez de su estudio –y no es tanto así, ya Wertheim publica al respecto desde el 2010– como su demora, ofrecen hipótesis… La aparición de alergias y eventos adversos las ratifican y junto a esto, si se combinan con una dosis de alienígenas ancestrales y una muñeca que abandona un museo, la mezcla esta lista para hornear un negacionista.

El científico sabe que debe reportar sus eventos adversos, reunir evidencia entorno a ellos, estudiarlos y analizarlos con el interés de no volver a repetirlos, y es esta honestidad la que le termina por jugar en contra cuando se enfrenta a un charlatán que no tiene registros de cuantas personas presentaron reacciones a sus pociones.

La vacuna es la respuesta a las oraciones de todos, es una posibilidad de disminuir las repercusiones sociales y económicas de la peor de las crisis sanitarias, es un voto de confianza en estudiosos que han dedicado su vida a este problema, mucho antes que todos nos hiciéramos virólogos en la universidad de Youtube.

Las opiniones irresponsables alimentadas por videos de 12 minutos o menos, y memes conspiracionistas de bachilleres con un 3 en ciencias naturales, pueden terminar por cobrar tantas víctimas como el virus mismo.

Y si, todo esto fuese verdad, y el chip con nuestros nombres estuviera esperando para obtener los secretos sobre el armamento nuclear que guardamos en la lata de galletas, podríamos al menos fingir, por el bien de la humanidad, la misma inocencia que nos lleva a votar cada cuatro años por las mismas, imbéciles, premisas.

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Este artículo obedece a la opinión del columnista. EL ISLEÑO no responde por los puntos de vista que allí se expresan.