El encanto del seudónimo

Imprimir

OSWALDO.SANCHEZEl 7 de agosto cumplió 65 años el ruso Vladimir Sorokin, uno de los más populares escritores de la moderna literatura-underground rusa. Su obra ha sido traducida a 21 idiomas, entre ellos el español; sin embargo, poco o nada sabemos de él.

Vladimir Sorokin Georgiyevich es el nombre del autor y así se da a conocer; sin embargo, otros autores prefieren el anonimato y pasar desapercibidos por variadas razones, bien sea originalidad, simplificación de nombres extranjeros o de difícil pronunciación, temor al escándalo, etc., utilizando para el efecto un nombre falso que no los identifique.

Por ejemplo, la escritora gallega Emilia Pardo Bazán, fue discriminada y menospreciada por escritores y académicos por el hecho de ser mujer; incluso, rechazada para entrar en la Academia de la Lengua. De haber utilizado un seudónimo para sus escritos, tal vez se hubiera ahorrado esos sinsabores.

Este nombre falso se conoce como: seudónimo, del griego pseudonymos (pseûdos, falso y ónoma, nombre). No debe tomarse el vocablo seudónimo como un sinónimo de 'alias', 'sobrenombre', 'apodo' o 'mote', términos que conllevan una significación peyorativa, delictuosa, aunque algunas veces, cariñosa. Cuando el seudónimo es utilizado por autores o compositores en áreas como el cine o la música, se suele hablar de 'nombre artístico'. Son los casos de Francisco Sánchez Gómez, ‘Paco, el de Lucía’ o el de Elmer Figueroa Arce, ‘Chayane’.

Uno de los ejemplos mundiales a mencionar es el del extremeño Enrique Laso, fallecido en agosto el 7 de 2018 y de quien se afirma que es “el autor español que más e-books ha vendido de la historia”, más de dos millones de libros en 16 idiomas. En entrevista reconoció haber usado unos trece seudónimos, de los cuales solo se ha revelado el de Henry Osal, seudónimo utilizado para sus obras de autoayuda y desarrollo personal. El mismo Laso explica que debido a la variedad de temas sobre los que escribe: novela, autoayuda y poesía… y para evitar confusión o rechazo de sus lectores prefería usar seudónimos.

Difícil encontrar a alguien que no haya oído hablar de ‘El príncipe y el mendigo’ o de ‘Un yanqui en la corte del Rey Arturo’, o de ‘Las aventuras de Tom Sawyer’ y la secuela ‘Las aventuras de Huckleberry Finn’. Pues bien, es sabido que su autor es el estadounidense Mark Twin. Lo que seguramente no se sabe es que su verdadero nombre era Samuel Langhorne Clemens. Por su trabajo de navegante debía anotar (to mark) la profundidad de los ríos para comprobar las dos brazadas (wain, en argot marinero) y verificar si eran navegables. De ahí: Mark Twin.

George Orwell, es el seudónimo de Eric Arthur Blair, autor inglés de la famosa obra satírica sobre el gobierno de Stalin titulada: “Rebelión en la granja”. El seudónimo lo escogió pensando en el patrón de Inglaterra, St. George, y Orwell, nombre del río del condado de Suffolk.

Como la autora de la famosa saga de “Harry Potter”, J.K. Rowling, quería escribir sobre algo completamente distinto, se inventó a Robert Galbraith. Pareciera que escogió este nombre teniendo en cuenta el significado de Robert (brillante, famoso) y Galbraith (desconocido), por lo que su seudónimo podría traducirse como “brillante desconocido”. Algunas obras escritas bajo este seudónimo son: “Blanco letal” y “El gusano de seda”.

El autor de la novela de terror psicológico, “El resplandor”, es el escritor norteamericano Stephen King. Resulta que este autor entre 1974 y 2012 había escrito 95 obras: novelas, novelas cortas, guiones y relatos de no ficción; ante tanta producción, su editor le aconsejó que dejara descansar un poco su nombre, por lo que a King se le ocurrió seguir escribiendo bajo un seudónimo. Decantando opciones tomó el nombre de Richard (del también autor Richard Stark) y Bachman (del compositor de la canción: "You Ain't Seen Nothing Yet", Randy Bachman).

En las letras y arte colombianos también encontramos autores que se esconden bajo seudónimos como son los casos de Francisco de Asís León Bogislao de Greiff Häusler, (León de Greiff, Leo Le Gris o Gaspar de la Nuit). También están José Asunción Silva (Benjamín Bibelot Ramírez), el de los “Nocturnos”, y Agripina Montes del Valle (Azucena del Valle), “la más ilustre poetisa colombiana de su época”. También, el mordaz Lucas Caballero, Klim y Calibán, Enrique Santos Montejo, el de “La danza de las horas”.

Alrededor de este tema las cosas no son tan fáciles si de invocar una Ética del autor se trata. Por ejemplo, Elena Ferrante asevera que “una vez escrito el libro ya no necesita a su autor. Ante una gran obra literaria el nombre que se esconde detrás de la pluma es lo que menos importa”. Pero, ¿será que el seudónimo viola el derecho a la información del lector o es el ejercicio del derecho a la privacidad de autor?

Última actualización ( Viernes, 07 de Agosto de 2020 22:27 )