Hace ocho días comenzamos la reflexión del capítulo 6 de san Juan que como dijimos habla del pan. Al evangelio se suman el libro del Éxodo y la carta a los Efesios que nos permiten descubrir que el ser humano necesita tres tipos de pan para alimentarse.

Lograr satisfacción al 100% en el disfrute de un destino turístico es meta difícil de alcanzar, aunque es ambición de todo viajero cuando decide visitar un país, una ciudad, un lugar específico, donde pagará gustoso si hay concordancia entre lo que ofrece el marketing publicitario y lo que encuentra al llegar a su destino.

La búsqueda de identidad parece ser una consigna universal en este siglo. Como si fuera una pregunta que acude a todos, todo el tiempo, nos cuestionamos, no solo ¿Quiénes somos? Sino probablemente con mayor frecuencia: ¿Qué somos?

A punto de llegar al cenit de su primer ejercicio de gobierno en Colombia, es evidente que la izquierda de este país ha respetado, respaldado y defendido la democracia íntegramente. Contrario a los apocalípticos presagios de hace dos años del «establishment», en el sentido de que el comunismo iba a acabar con nuestro defectivo sistema político, lo que vemos hoy es que sigue firmemente en pie.

Nos encontramos en este XVII Domingo con el tema del Pan. El Evangelista San Juan comienza el capítulo seis con el signo maravilloso de la multiplicación de los panes con el cual logra saciar el hambre de cinco mil hombres, sin contar mujeres y niños; este signo sirve como preámbulo para el discurso bellísimo del Pan de vida.

Si en este momento me preguntaran: “La isla de San Andrés tiene encantos, pero... ¿piensas que es realmente encantadora?” Ciertamente, dudaría al responder. Encanto, por lo menos, es que el sujeto tenga un carisma y una personalidad que atrae a los demás.