Las amenazas de muerte que ha recibido la gobernadora Aury Guerrero Bowie me parecen la más grande ignominia de la que se tenga conciencia en las islas. Pero también un síntoma indiscutible del grave estado de la situación del orden público local.
Por tanto, es perentoria una acción más eficiente y efectiva de las autoridades contra los delincuentes que están detrás de dichas intimidaciones. La recuperación de la paz tradicional de San Andrés debe pasar ya del dicho al hecho.
Y el principio fundamental para lograrlo es la unión. De ahí que se hace tarde volver a salir todos a las calles a protestar contra la violencia. Las marchas son una expresión social de alto impacto, que bien presupuestadas y dirigidas pueden ayudar a corregir el rumbo del archipiélago.
No se puede permitir que esta situación prospere más allá de lo que ya conocemos. Por eso es necesario acudir a todos los métodos posibles dentro del marco de la ley para contrarrestar el embate de la delincuencia organizada. Y hay que ser lo suficientemente terco para no decaer en el empeño de lograrlo.
De otro lado, deben revisarse bien las estrategias de combate contra las mafias que están aplicando las instituciones públicas porque los resultados hasta ahora alcanzados no traspasan la frontera de los pequeños golpes, ni han ocasionando daño alguno a sus grandes intereses estratégicos como tendría que haber sido después de tanto tiempo de haber ocurrido la primera muerte violenta en la isla.
Las Fuerzas Militares y la Policía Nacional, por ejemplo, deberían evaluar la utilidad de acortar la rotación de los uniformados que envían a las islas a un tiempo más corto que podría ser no superior a seis meses, con el fin de truncar el contagio de las malas mañas a las que se ven expuestos por su trabajo cotidiano o, al menos, hacerle más difícil el camino a quienes promueven o incitan a ello como lo han propuesto en privado algunos isleños de buen nombre.
De igual manera, el Ejecutivo local y el Poder Judicial deberían analizar la conveniencia de trasladar a Bogotá todos los procesos instruidos en San Andrés que tengan relación con las bandas criminales. De este modo se lograría bajar la presión obvia que ejercen las fuerzas oscuras sobre los jueces con tal de obstruir sus decisiones y, al mismo tiempo, se contrarrestaría la posibilidad de que muchos de los procesados continúen delinquiendo desde la cárcel local.
“La gente que está tratando de hacer este mundo peor no se toma ni un día libre”, dijo el gran Bob Marley al público que lo fue a ver cantar luego de que atentarán contra su vida. Esta es la actitud que reclama la actual coyuntura del archipiélago.
Por Nadim Marmolejo Sevilla
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