Te llevan allá, cuando te cansas de ser joven, cuando los jóvenes se cansan de ti, cuando la mirada se hace nublada como la razón, cuando el andar es lento, cuando la risa viene con ‘meos’, cuando la vida viene en episodios de recuerdos alegres, de recuerdos tristes: de recuerdos siempre.
En el ancianato te haces amigos para toda la vida que te queda, y tienes que contarles toda la vida lo más rápido posible, tienes que hacerte querer antes de que la neumonía se lleve a tus amigos, antes que la demencia se lleve tu memoria.
En el geriátrico te sientas a esperar: siempre esperas algo. Esperas que amanezca, esperas que el desayuno no sea una compota, que las pastillas de la presión no sean muchas, que el televisor se encienda, que el almuerzo no sea saludable, que en la tarde alguien te visite, que en la noche no te mueras.
En el ancianato siempre hay un olor a viejo, es un olor a naftalina y a orines, a piel pecosa y apergaminada, es un olor a flores marchitas y a lana sudada, el ancianato huele a lo que huele lo que se acumula en la vida: a artritis, a diabetes, a dolor, a fotos sepia, a amores secretos. Huele a berrinche de chico, a tos, a medicamentos por libras, huele a hijos crecidos, que se hacen una vida de lunes a viernes y que a veces los domingos se acuerdan de ti.
El geriátrico es un curioso lugar, donde te hablan a gritos como si fueras un niño, donde te cambian pañales, como si fueras un niño; donde te alimentan a cucharitas, como si fueras un niño; donde babeas como si fueras un niño; donde te bañan como si fueras un niño: pero eres un viejo, y parece que lo has sido siempre, porque no te diste cuenta que día te hiciste viejo, un niño viejo.
Este es un lugar donde has dejado tu pudor en la puerta, colgado en la percha junto al abrigo, donde expones tu desnudez ante una muchachita que te mete tubos en los agujeros que fueron antes solo tuyos, que saca de ti aquello que sacaste solo siempre, y esta muchachita, junto a tu pudor, dejo el sonrojo también en la percha.
Raros sitios son los geriátricos. Y es más raro que sea así como te despides del mundo.