San Andrés, inigualable paraíso caribeño podría estar enfrentando una amenaza a su sostenibilidad ambiental y a la salud de residentes y turistas. El deficiente sistema de alcantarillado sanitario dispuesto mayoritariamente en North End y la llamada zona hotelera, ha colapsado vertiendo sus aguas a las calles y avenidas de la ciudad.
Casi a diario las aguas residuales con altos niveles de mal olor, rebosan por las principales calles; salpican a los conductores, impregnan el calzado, vestuarios y vehículos, sin que sepamos oficialmente si hay o no, afectación a la salud y a la calidad de vida de los habitantes del territorio.
Al consultar especialistas del sector salud, recibí respuestas que desestiman un poco el nivel preocupación ciudadana y me fue devuelta una reflexión: “Recuerda que vivimos del turismo, aunque hay otras alternativas económicas que no hemos explorado”, me dijo una fuente consultada que prefirió mantener su nombre en reserva.
Según estos especialistas los vertimientos de aguas residuales no han generado un aumento significativo de consultas médicas o urgencias relacionadas con enfermedades gastrointestinales, dermatológicas o respiratorias. “No estamos frente a una emergencia sanitaria”, me aseguraron.
En realidad, quisiera que lo oficialice la Corporación Ambiental Coralina, la Secretaría de Salud Departamental o quién corresponda.
Entonces, lo que vemos como crítico, no es más que la normalización de lo que nos merecemos: el cuerpo abierto de la frágil isla de San Andrés, parte indivisible de la Reserva de Biosfera Seaflower. Después de todo el ser humano ha pasado por enfermedades, pestes y pandemias desde tiempos inmemoriales y la alta concentración de sal del mar puede contra todo.
Sin embargo, ¿qué tan confiables son estas desestimaciones cuando el acceso a la información de entidades como Coralina, la Secretaría de Salud u otras fuentes es limitado o inexistente? La falta de datos públicos y transparentes de lo que estamos enfrentando y viviendo a diario, dificulta creer en las promesas para mejorar esta situación a corto y largo plazo.
Parte de las autoridades atribuyen la agudeza del fenómeno de vertimientos a las lluvias y las mareas altas que impiden la circulación de las aguas residuales que, además, van a parar el subsuelo y los acuíferos estarían recibiendo toda la descarga de aguas residuales de manera cíclica.
Pero todos sabemos que el evidente crecimiento de la infraestructura hotelera y comercios quiénes violan las normativas del POT, contribuyen significativamente al aumento de la presión o la carga sobre un sistema de alcantarillado sanitario obsoleto incapaz de soportar el desarrollo de North End, que el mismo gobierno permite e impulsa.
¿Cuál es la solución cuando todo el sistema ha colapsado por la ambición desmedida y colosal de un proceso a todas luces insostenible e insustentable? Las autoridades tienen la palabra.