El tiempo de la Navidad está lleno de acontecimientos ricos en espiritualidad. Es el caso de la Epifanía que ha cautivado a artistas, cantantes, teólogos, y a muchos agentes de la cultura que han creado en torno a este misterio tradiciones muy bellas._Detengámonos solo en algunas de esas riquezas espirituales contenidas en este misterio, que las quiero mencionar apoyado en la E de Epifanía.
Comencemos diciendo que la Epifanía es un misterio de Encuentro. Dice el profeta Isaías “¡Levántate y resplandece, Jerusalén, porque llega tu luz; la gloria del Señor amanece sobre ti!” (Is 60, 1). Dios ha salido a encontrarnos y lo ha hecho enviando a su Hijo como Mesías. A esta iniciativa del amor divino, surge nuestra respuesta, mencionada también por el profeta “Caminarán los pueblos a tu luz, los reyes al resplandor de tu aurora”. (Is 60, 3). Es el encuentro de Dios con la humanidad, y es el encuentro de la humanidad con Jesucristo.
Ese encuentro se da gracias a la Estrella que guía. Los astros del cielo y toda la creación, van conduciendo a los reyes y en ellos a toda la humanidad al encuentro con el gran dueño y Señor, con Jesucristo en medio de María y José. Epifanía es la manifestación de Dios no sólo a Israel, el pueblo elegido, sino a toda la humanidad, representada por los Magos de Oriente. El profeta Isaías ya lo había anunciado: “Entonces lo verás, y estarás radiante; tu corazón se asombrará, se ensanchará, porque la opulencia del mar se vuelca sobre ti, y a ti llegan las riquezas de los pueblos”. (Is 60, 5). El encuentro con Jesús es el punto de llegada.
En tercer lugar, quiero destacar que Epifanía es un misterio de Esperanza. Comienza narrando san Mateo: “Habiendo nacido Jesús en Belén de Judea en tiempos del rey Herodes, unos magos de Oriente se presentaron en Jerusalén preguntando: ¿Dónde está el Rey de los judíos que ha nacido? Porque hemos visto salir su estrella y venimos a adorarlo” (Mt 2,1). Los magos son buscadores de la verdad, con grandes conocimientos en astronomía y astrología, pero también gozan de gran sabiduría religiosa y filosófica.
La sensibilidad espiritual de ellos les permitió dejarse guiar por la estrella que les permitió percibir «en el lenguaje de la estrella» un mensaje de esperanza y partir en busca de la verdad, en busca del Dios verdadero. Solo les bastó la aparición de una misteriosa estrella para ponerse en camino, sin saber con total certeza adónde los llevaría. Su camino de búsqueda fue largo y probablemente lleno de dificultades, pero valió la pena, «al ver la estrella, se llenaron de inmensa alegría»; «y cayendo de rodillas lo adoraron». Ellos, los grandes sabios, los magos poderosos, reconocieron en este niño frágil a la Sabiduría.
El papa Benedicto XVI en su libro La infancia de Jesús, dice que los magos “son un inicio; representan a la humanidad que se pone en camino hacia Cristo, inaugurando una procesión que recorre toda la historia. No representan simplemente a personas que ya han encontrado el camino que conduce a Cristo. Representan el anhelo interior del espíritu humano, la marcha de las religiones y de la razón humana hacia Cristo. Podemos entender y asumir de mejor manera la invitación de la Iglesia para este Año Santo de ser peregrinos de esperanza.
Debemos mencionar que la epifanía es un llamado al Ecumenismo, que es el movimiento surgido, por la gracia del Espíritu Santo, para restablecer la unidad de todos los que tenemos puesta la fe en Jesucristo, aunque se exprese en diversas religiones. Desde el pesebre y durante todo su ministerio, Jesús quiso la unidad: "Que todos sean uno (Jn 17, 21). El Apóstol san Pablo lo dice claramente: “también los gentiles son coherederos, miembros del mismo cuerpo, y partícipes de la misma promesa en Jesucristo, por el Evangelio” (Ef 3, 6). Es la proclamación del universalismo de la salvación de Dios.
Diríamos que, desde las primeras páginas de su Evangelio, Mateo quiere enseñarnos que Dios no se manifiesta sólo a los creyentes, sino que también se da a conocer a los extranjeros, a los no creyentes. El evangelista nos recuerda la universalidad del Dios que Jesús nunca dejará de mostrar, con sus palabras y sus obras, con su vida e incluso con su muerte y su resurrección, que todos se salvan por Él. La salvación de Dios no conoce límites. Su amor por la humanidad no conoce fronteras. Esta es la Buena Nueva. Este es el sentido de la fiesta que celebramos hoy.
Termínenos mencionando que la Epifanía ratifica el misterio de la Elección divina. Dios ha decidido salvar a todos los seres humanos, de cualquier raza y religión. Y aquí nace para nosotros una enorme responsabilidad, la de ser sentirnos elegidos por Dios para dar a conocer a Cristo a la humanidad. Tenemos que convertirnos en buscadores y adoradores del Señor que suele esconderse en los lugares de la periferia, entre la gente más sencilla y humilde, en las personas que tienen menos reconocimiento social.
Hacia allá nos conduce la Estrella, y allá tenemos que abrir los cofres de nuestras riquezas para compartirlas con ellos. Así hacemos que el misterio de la epifanía vuelva a encender su luz en los lugares y en las personas que son los preferidos por el Señor. Somos elegidos para actualizar el misterio de la Epifanía, para sacar a la luz el amor de Dios que se debe mostrar allí donde la oscuridad de la injusticia social y de la pobreza pretenden impedir que se muestre algo bueno. Cristo, el Mesías es la luz del amor divino para los menos favorecidos por la humanidad.
-------------------
Este artículo obedece a la opinión del columnista. EL ISLEÑO no responde por los puntos de vista que allí se expresan.