Decir que el mar trae mensajes entre las olas podría sonar un tanto descabellado; pero no lo es. Así como Acevedo Gómez por el convulsionado florero de Llorente en 1810 llamó la atención al patriotismo, de la misma manera la posición de lo raizal y sus derechos llegan al punto de resarcir la cultura propia de estas oceánicas islas.
Cabe anotar que éstos, los derechos, así como los brazos, si no se utilizan, se debilitan.
Ver el suceso del artista Wesley Venner desde la cultura raizal equivale al ‘Florero de Llorente’ que una vez negado, sirvió como detonante de una revolución de independencia que finalmente construyó un país libre del yugo español.
Derivadas de una cultura que evoca la evolución histórica del Caribe durante los cuatro últimos siglos, quedan como herencia aires musicales, ritmos y danzas como el Waltz, Slow Waltz, Two-Step y half-an-a-half, Mazurca, Schottische, Polka, Calypso y Mento.
Tal vez sean parte del recordatorio que el mar trae como mensaje entre las olas, haciendo referencia a qué cultura y cuales herencias se deben rescatar en sustituto de unas voces gangosas que rayan en la vulgaridad repitiendo una y otra vez el mismo estribillo, hoy por hoy en decadencia.
A cambio, soñaría yo al ver la elegancia y porte de la mujer raizal, engalanada con lo que en otras épocas fueron “los vestidos de tarde” al ritmo del Schottische durante un sol poniente y cientos de turistas disparar sus cámaras en una alegoría de placer caribeño.
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