La magnitud del incendio en amplias zonas forestales de Providencia es de un alcance tan devastador que hoy, tras una semana de arder sin cesar, las llamas se extienden hacia los cuatro puntos cardinales de la isla y no parecen ceder a pesar de los esfuerzos heroicos de los bomberos locales, infantes de marina y voluntarios.
Se anhela que los refuerzos arribados de San Andrés y otras partes del país puedan, con mayor tecnología, experticia y cobertura, contener la furia de las llamaradas avivadas por meses de sequía, las brisas cálidas de mayo y la inmensa cantidad de vegetación del bosque seco que abunda en este santuario de la biosfera.
Sin embargo, si bien el daño podría ser mucho mayor aún, lo que ya se ha perdido es invaluable. El Parque Natural del Peak –la zona más afectada– está en el centro neurálgico de la biodiversidad nativa. Allí viven y se reproducen infinidad de especies y plantas que hacen parte de la cultura ancestral y la seguridad alimentaria regional.
Además, esta afectación es de un alcance moral arrollador. La relación del pueblo raizal con las montañas de Providencia y su hábitat hoy calcinado hacen parte de su cosmogonía esencial, de su memoria y su sabiduría ancestral. Tanto así como el inmenso mar que se perdió en La Haya.
Por otra parte, es importante confirmar el origen de la conflagración. Los comentarios y reportes de buena parte de la comunidad apuntan a las reiteradas ‘quemas’ de lotes o terrenos; costumbre de algunos_farmers-que a pesar de estar inhibida por la normatividad ambiental se sigue practicado en impunidad.
Y claro está, es importante saberlo sobre todo para no repetirlo. Es mortificante que persistan conductas sociales autodestructivas, como tantas otras –más devastadoras aún– que se instalaron en el archipiélago permeando a vastos sectores de la sociedad como la corrupción rampante, por ejemplo.
Sin normas no hay paraíso. Sin las mínimas reglas de respeto y convivencia tampoco hay paz y armonía ambiental. El espíritu de la reserva de Biosfera está vapuleado y se expresa de distintas maneras, cada vez más frecuentes, cada vez más dolorosas. Cada vez más difíciles de revertir.
