Si algo en la vida he encontrado fascinante fue llegar a vivir en la otrora Intendencia de San Andrés, Providencia y Santa Catalina, pocos días antes de cumplir los seis años de edad; con el tiempo tratar de comprender la interacción social y el maravilloso entorno marino del archipiélago que lleva su nombre.
Toda una serie de historias que se entretejen unas con otras, formando tejidos de historias sobre otras historias, que si pudiera hacerles visibles a otros lo haría en dibujos, como los famosos ‘paquitos’ de los años sesenta que combinaron imágenes y texto para contar anécdotas y fábulas.
Pues sí, la imagen gráfica tiene la propiedad de crear o ‘borrar del mapa’ todo un fantástico mundo por descubrir. La prueba fehaciente de esto es que en el año 1507 un cartógrafo llamado Martín Waldseemüller publicó el mapa las incursiones de las flotas europeas alrededor del mundo conocido hasta entonces; en contraste con los otros mapamundis de la época, este dejó vacíos en donde no se tenía información alguna. Recordemos que antes de esa fecha los ‘espacios vacíos’ se rellenaban con imágenes fantasmagóricas producto de la imaginación del ilustrador.
Pues bien, fue allí cuando “los eruditos en casi todos los campos del conocimiento empezaron a trazar mapas con espacios vacíos que había que llenar y comenzaron a admitir que sus teorías no eran perfectas y que había cosas importantes que no sabían”, confirmando el dicho de que una imagen, vale más que mil palabras.
Tan fuerte fue el impacto de la imagen que por ejemplo se aceptó que Américo Vespucio habría sido la persona que había descubierto, sin saberlo, un nuevo continente del tamaño de una cuarta parte del mundo.
De la misma manera, pero con efecto contrario, un país centralista como lo es Colombia borró del mapa lo no conocido por algún burócrata de alguna dependencia en la capital. Sí, borró de golpe, la gran porción de mar que poseía Colombia en el mar Caribe y ‘enclavó’ por primera vez al Archipiélago de San Andrés, Providencia y Santa Catalina en un recuadro imaginario colocado en el lateral izquierdo al lado opuesto de La Guajira.
De paso, borró de la memoria colectiva la módica área de 988.000 Km de porción oceánica del país, entre ellos 350.000 km que le corresponden a nuestro archipiélago. En pocas palabras: ¡nos quedamos sin mar!
Más recientemente, con lo sucedido en La Haya y sus consecuentes territorios perdidos y vueltos a enclavar se justificó así el grito de “¡Ay Colombia!”, grito de dolor exclamado por Casimiro, hombre de mar de la isla de Providencia.
No solo por la pérdida jurídica en la alta corte sino por lo que representa en la tradición del uso de las áreas y la captura del producto pesquero, en especial langosta espinosa y caracol pala… Hoy, a consecuencia de esto, la Reserva de Biosfera Seaflower es un territorio transfronterizo conformado por tres naciones: Costa Rica, Nicaragua y Colombia.
Los ahora adultos, nunca habíamos visto una imagen completa de nuestro país hasta la publicación del Mapa Esquemático de Colombia de la Comisión Colombiana del Océano en el 2016.
Lo curioso, es que ya habían sucedido otra serie de ‘enclavadas’ más no necesariamente en los mapas sino –más grave aún– en el sentir raizal y en de otros vinculados al archipiélago.
La cuestión cultural
Veamos, instaurada en el siglo XVI la religión católica, apostólica y romana trazó en el piso una frontera única en el país y desde nuestros primeros años escolares fue obligatoria la asistencia a misa, rezar el rosario y adorar vírgenes y santos sin respeto alguno a las creencias religiosas propias del raizal, cuyos ancestros puritanos no creen ni en el uno ni en los otros, mucho menos en símbolos que representen a Dios.
El segundo golpe bajo fue la imposición del idioma español como idioma oficial para todo efecto legal; el inglés se estudió –como materia– exclusivamente en salón de clase y el creole fue prohibido a punta de golpes del cordón de la sotana. Hoy, después del daño, son de pensar, pro ejemplo, los documentos públicos de Registro y Notariado que firmaron nuestros padres de la isla, sin comprender frase alguna en español.
Desde allí las viviendas y establecimientos comerciales de arquitectura propia del Caribe comenzaron a perder espacio frente a edificaciones en concreto, de mayor altura incrementando la densidad poblacional en North End a punto que hoy sobrepasa notablemente la capacidad de la infraestructura disponible.
Otro tajante recorte fue la instauración de la doble jornada laboral am - pm con el intervalo al mediodía. Sencillo ¿a qué hora el raizal cuidaba de los cultivos en su finca, si tenía que cumplir con semejante horario. Recordemos que el archipiélago está a doce grados oeste del territorio continental del país, por lo consiguiente el sol repunta una hora más tarde.
Siguiendo con los desfases, recortes y ‘enclavadas’ ¿qué se tiene como justificación para el relleno de humedales y manglares ahora forrados en concreto donde sus habitantes sufren desde el inicio al fin de la temporada de lluvias?
Desdibujada la isla a tal punto que, si no fuera por el caballito de mar que se ve desde los vuelos, se podría pensar que se llegará a cualquier otra tugurizada zona del país.
La realidad actual
Recientemente, con la investigadora postdoctoral del Centro Leibniz para la Investigación Marina Tropical, Connie Kwong, se realizó análisis del mapeo satelital de ecosistemas vulnerables, cobertura vegetal, en lo marino-costero cobertura coralina, praderas marinas y manglares.
Indiscutiblemente impresiona a quienes conocimos una San Andrés virtualmente virgen. El punto más complicado fue tratar de encajar un corredor biológico con fines de preservación de especies, en especial cangrejos, reptiles, insectos y aves. Las llamadas ‘especies claves’. Nos quedamos cortos en espacio.
Ni modo de mencionar la calidad de vida, o de la tranquilidad que reinó por décadas y mucho menos comparar con el actual incremento de casos de atracos, robos, chantajes, violencia intrafamiliar o accidentabilidad vial. Cabe preguntarse si el modelo económico actual ha traído consigo mejoras en la calidad de vida en los incontables residentes…
Sin embargo, no todo está perdido, con un poco de curiosidad sobre lo que propone la UNESCO se puede encontrar la llave de la preservación para futuras generaciones, veamos: “La función de estos espacios (reservas de biosferas) es además de la conservación y protección de la biodiversidad, también el desarrollo económico y humano de estas zonas, la investigación, la educación y el intercambio de información entre las diferentes reservas, que forman una red mundial”.
Veamos porqué…
La humanidad evoluciona a partir de las diferencias, no de las igualdades, dar un paso atrás no es perder si esto fortalece el bienestar general. Somos como una tribu moderna en el contexto de un Caribe con problemas comunes: sobrepesca, contaminación marino-costera, piratería, proliferación de algas, narcotráfico, tráfico de inmigrantes ilegales y trata de blancas, adicionales a los propios de cada país.
Dar un paso atrás recordando los cazadores-recolectores africanos que, desde hace 50.000 años, han conformado lazos a partir de los favores, los vínculos afectivos y la dependencia según mutuas necesidades antes de aparecer la moneda como unidad de comercio, comportamiento que aún es evidente en las hermanas islas de Providencia y Santa Catalina.
Desde una óptica histórico-biológica un movimiento de recuperación de la imagen perdida y conservación, como Caribe, podría ser la mayor inversión que se realizare pensando en el futuro; la conformación y fortalecimiento de la Gran Seaflower el primer paso para ser conciliadores y resarcir el pasado pensando en el futuro.
(Próximo capítulo: ‘Mi oro, mi amigo’)
*Socio fundador de la ONG Help 2 Oceans Foundation
Ver mapa de Colombia Oceánica de la CCO aquí:
https://cco.gov.co/cco/publicaciones/83-publicaciones/262-mapa-esquematico-de-colombia.html