Cada año, desde 2018, el 20 de mayo se dedica a conmemorar el Día Mundial de las Abejas, con el objetivo fundamental de alertar al globo sobre los graves peligros a los que se enfrentan estos valiosos insectos polinizadores.
De acuerdo con la Organización de las Naciones Unidas (ONU), se escogió esta fecha en que se conmemora el natalicio del apicultor esloveno Anton Janša, quien reconoció la habilidad de estos insectos y la importancia de asegurar su pervivencia.
¿Qué pasaría si desaparecieran las abejas?
Numerosos estudios aseveran que de faltar las abejas, la vida humana y la de todos los seres vivos del planeta sufriría cambios significativos, puesto que gran parte de los alimentos dependen de los polinizadores; no habrían frutas y muchísimas plantas desaparecerían.
Es tan grave la crisis por muerte masiva de individuos, que el tema de este año es ‘Correr al rescate de las abejas’ – ‘Celebrando la diversidad de las abejas y los sistemas de apicultura’.
Los sistemas de apicultura consisten básicamente en un trueque, donde el ser humano obtiene cera, polen, miel, jalea real y propóleo. A cambio de ello protege a las abejas de depredadores, plagas, parásitos y demás amenazas. Para ello existen no solo las colmenas, sino también todos los demás elementos que se emplean para darles la mejor vida posible.
Útiles y poco apreciadas
Tanto las abejas de uso apícola o domésticas como las silvestres, son desde hace siglos consideradas entre los animales más laboriosos; se las toma como ejemplo de trabajo en casi todas partes del mundo. Y ello se debe a que gracias a su incansable vuelo de flor en flor, en busca de polen y néctar, realiza la polinización de miles de especies vegetales, vitales para alimentar al resto de los seres vivos.
Pero no solo contribuyen a que las plantas se reproduzcan, sino que su trabajo también contribuye a mejorar la calidad genética de las plantas, multiplicando las opciones de que haya más variedad de especies, mejorando la calidad de cada una e indirectamente dando soporte a la seguridad alimentaria y nutricional global.
Aun así, el declive que sufren es tan catastrófico, a causa de los pesticidas, las infecciones parasitarias, los depredadores como el avispón asiático, los monocultivos y la crisis climática.
La suma de estos factores es responsable de que la tasa de mortalidad de las abejas haya aumentado. En 1990 era apenas de un 5% y a finales de 2020 rozaba el 30%. Y esta cifra en vez de disminuir, solo se espera que suba y son insuficientes las acciones en el mundo para detener esta masacre.
¿Qué puedo hacer en este día?
- Sembrar flores silvestres y plantas nativas: en el balcón, en el jardín o en cualquier sitio dónde ellas puedan acceder a alimentarse.
- Cultivar plantas aromáticas: aunque sea en la base de una ventana, especies como tomillo, orégano, albahaca, salvia, menta, romero, eneldo o lo que más te guste.
- No usar pesticidas de ningún tipo: desde los herbicidas hasta los mata musgos, incluidos los insecticidas son sustancias que tienen efectos nocivos para las abejas y la naturaleza en general. Prescinda de los productos tóxicos y considere alternativas naturales como decocciones de plantas, mariquitas o mantillos que son mucho menos dañinas.
- Instalar un punto de agua: un platillo con arena o tierra y agua, les permite a las abejas saciar la sed sin peligro de ahogarse.
- Compre a los apicultores locales: favorezca el trabajo de sus vecinos. Ellos y sus abejas lo agradecerán.
(Con información de ECOticias.com - ‘El Periódico Verde’)