A propósito de los talentosos escritores que visitaron San Andrés con motivo de la Feria Insular del Libro (FILSAI) 2019, EL ISLEÑO dialogó con la poeta y activista pro concientización del pueblo afro, la costarricense Shirley Campbell Barr. Entrevista.
La escritora de 54 años, quien también es antropóloga especializada en feminismo africano y cooperación internacional, ha publicado decenas de poemas y artículos en revistas, antologías y periódicos en diversos países. Sus trabajos han sido traducidos al inglés, al francés y al portugués. Entrevista.
Usted nació en 1965, ¿Que tanto influyó todo ese movimiento de los derechos civiles en los EEUU, en los que figuras como la de Martin Luther King o Malcon X, estaban en pleno apogeo?
En Costa Rica estábamos en otra realidad; la marginalización y exclusión de los ciudadanos de ascendencia africana siempre fue evidente, pero en aquel momento para mi familia no influyó tanto. Sin embargo, no puedo negar que esos referentes seguirán influenciando la lucha de quienes somos parte del activismo político afrodescendiente.
Yo incursioné en el activismo afro a principio de los ochentas, aunque en Costa Rica como en muchas partes de Latino América, podría decirse que el movimiento comenzó desde hace 500 años cuando se comenzó a traer esclavizados a este lado del mundo; y continuará, hasta tanto no seamos tratados como ciudadanos de primera categoría.
“Siempre fuimos minoría”
Shirley es hermana de Epsy Campbell Barr, actual vicepresidente de su país natal. En su familia, además, hay una conocida cantante, una coreógrafa y significativos miembros de la colectividad afro centroamericana. Sus padres, descendientes de operarios jamaiquinos que llegaron como mano de obra voluntaria a la construcción del ferrocarril en Costa Rica, son personas del común que tuvieron –en palabras de la poeta– la virtud de crear una conciencia clara en sus hijos sobre quiénes eran y de donde venían.
“Aunque crecimos en la capital del país, siempre fuimos minoría en todos los espacios pero salimos adelante con las dificultades propias de esa época, cuando la mayoría de la población negra se asentaba hacia el lado Caribe del país. Ahora estamos por todo el país, aun cuando hemos sido vistos como extranjeros en nuestras propias tierras, como que no pertenecemos; tal vez como resultado del proceso de colonialismo”, asegura.
En una entrevista reciente usted dijo que el racismo sigue siendo un tema tabú…
Absolutamente. Todavía no se habla de racismo, y aunque en algunos países ha sido más fácil que en otros asimilar el tema, cuando lo expresamos somos estigmatizados. El racismo no se penaliza, máxime ahora con consolidación de las redes sociales donde la gente impunemente ataca, insulta, lanza improperios y solo algunas naciones castigan ese tipo de conductas. Incluso, el que vivamos en contextos mayoritariamente negros no nos exonera del racismo. Yo viví alrededor de siete años en Jamaica y allí fui estigmatizada por mis-dreadlocks, la cuna del reggae y de este estilo de peinado.
¿Cómo influyó la presidencia de Barack Obama para los afrodecendientes?
Personalmente pienso que fue una administración más, no fue ‘la gran cosa’. Sin embargo, en la historia se marcó un antes y un después; es determinante para los pueblos descendientes de africanos porque se trató del primer mandatario negro de la nación más poderosa del mundo.
Pero su presidencia no cambió la vida de los afroamericanos necesariamente; no obstante y guardando las proporciones, así es como quedará registrada la vicepresidencia de Epsy Campbell: como un factor determinante para la historia no sólo de Costa Rica sino de toda América Latina, en la forma como somos vistos los afrodescendientes.
Para mí la importancia radica en consolidar esos ‘roles modelos’; que cuando una persona negra vea esas imágenes, la percepción de sí mismo mejore y para que los cambios se sigan produciendo; para borrar esas huellas profundas que el esclavismo y la colonización nos dejaron. Y de esto se trata precisamente buena parte de mi trabajo.
Evocando a Marley ¿Se trataría de independizarse también mentalmente?
¡Sí, claro! Porque la mente es muy poderosa y esas cicatrices que quedaron en el inconsciente, son mucho más difícil subsanar. Por eso el cambio en las personas debe también venir apoyado de los estados; tienen que partir de políticas públicas, que mejoren las condiciones de existencia de los pueblos afro, para que no sigan estando en la base de la pirámide social.
Hablemos de la Shirley luchadora ¿cómo ve el panorama de la mujer afro actualmente?
Yo me considero feminista, pero recalco: una feminista negra; que es algo muy diferente, porque si yo digo que nuestros pueblos están en la base de la sociedad, las mujeres afrodescendientes estamos en el subsuelo de esa estructura.
De ahí que nuestras luchas particulares sean distintas, aunque coincidimos con el movimiento feminista en general, por mayor representatividad y participación política, nosotras luchamos batallamos por ciudadanía plena y emancipación.
Además que tenemos que combatir con nuestros propios prejuicios, porque el sistema fue tan efectivo, que las de mi raza nos creímos que éramos las más feas y que nuestros cuerpos no eran apropiados. Se nos hipersexualizó y nuestro fenotipo en sí fue vapuleado de tal forma, que también debemos rescatar eso.
En Costa Rica o en otros lugares donde ha residido, ¿se están haciendo alianzas estratégicas con otros grupos feministas?
Se están haciendo, pero considero que deberían hacerse muchas más con los grupos indígenas que nos llevan mucha ventaja en América Latina en términos de movimiento organizativo. Ahora la lucha también la hacemos como madres; personalmente abandero un movimiento en contra de la persecución de la juventud afro que se ha recrudecido. Y como éste, hay diferentes problemáticas a las que hacer frente porque se nos cruzan como mujeres… Además de las disputas que afrontamos al interior de nuestros propios grupos femeninos. Que también las hay.
Durante la lectura de sus poemas en la FILSAI, usted dijo que había empezado a escribir desde el vientre de su madre…
Lo que quiero decir con eso, es que hemos estado escribiendo nuestra historia desde siempre, pero no está registrada o había sido contada por otros; y eso es lo que he venido haciendo desde hace varios años, tratar de llegar con mi poesía principalmente a las mujeres, para que ellas se sientan identificadas. Como ha pasado por ejemplo, con mi poema ‘Rotundamente negra’.
Historias como la de este libro que me regalaron de Keshia Howard, San Andrés: a Herstory, es un ejemplo más de ese tipo de historias que debemos contar; desde todos los flancos: la literatura, el periodismo, desde la investigación académica. Por eso me siento muy orgullosa, siento que lo estamos haciendo, y yo desde mi poesía; con estos versos y palabras que nacen de una mujer negra y va dirigido a otras mujeres negras, para que ellas se sientan identificadas.
Es una responsabilidad urgente reescribir nuestras propias historias. No hacerlo es traicionar a quienes nos trajeron hasta aquí. Hace poco escuché esta frase y me parece más que apropiada: “Una golondrina no hace verano, pero anuncia su llegada”.
Rotundamente Negra
Por Shirley Campbell
Me niego rotundamente
a negar mi voz,
mi sangre y mi piel.
Y me niego rotundamente
a dejar de ser yo,
a dejar de sentirme bien.
Cuando miro mi rostro
en el espejo.
Con mi boca
rotundamente grande,
y mi nariz
rotundamente hermosa,
y mis dientes.
Rotundamente blancos,
y mi piel valientemente
negra.
Y me niego categóricamente
a dejar de hablar
mi lengua, mi acento y
mi historia.
Y me niego absolutamente
a ser parte de los que callan,
de los que temen,
de los que lloran.
Porque me acepto
Rotundamente libre,
Rotundamente negra,
Rotundamente hermosa.
¿Casualidad o causalidad?
Los pueblos de la región Caribe suroriental están hermanados por siglos de cultura, lengua, tradiciones y saberes, que provienen a fondo de análogas raíces. Desde Belice hacia el sur, pasando por Guatemala (Puerto Livingston), Nicaragua (Bluefields), Costa Rica (Puerto Limón) y Bocas del Toro (Panamá), en el istmo centroamericano, abrazando al archipiélago de San Andrés, Providencia y Santa Catalina del mar de los siete colores; esta historia palpitante ha sido narrada en buena parte al ritmo del calypso. Esto sin contar a la islas de Jamaica y Cayman que están estrechamente ligadas también a esta genealogía de fraternidad y luchas emancipadoras. En este marco histórico y social es más que una casualidad revelar, por ejemplo, que el esposo de la escritora Shirley Campbell Barr –también costarricense– es el señor Harold Robinson Davis, primo del presidente de la Casa de la Cultura de San Andrés, Samuel Robinson Davis. Una saludable coincidencia que hace parte del gran anecdotario inmerso en una marcha que ya supera los 500 años de duración.