Homenaje al “fuelle nostálgico” en Banco de la República

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Este jueves se realizó en el Centro Cultural Banco de la República el conversatorio ‘La Pluralidad del Acordeón en Colombia’, un homenaje a un instrumento de procedencia foránea pero que hoy por hoy integra un selecto grupo de instrumentos de música popular del país, no sólo el vallenato.

El evento tuvo como invitados a los acordeoneros Trujillo Hawkins, Ricardo Villafañe y Emilio Oviedo; además del compositor Isaac Carrillo y a los investigadores Joaquín Viloria y Félix Carrillo.

Registros históricos

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Para contextualizar la importancia del instrumento desde el ámbito histórico, el encuentro contó con la presencia de Joaquín Viloria, doctor en Historia, economista y autor de obras sobre la cumbiamba y los acordeones en Colombia.

Contó de los inicios de este “instrumento proletario” en Colombia y su introducción al país hacia el año 1860, donde más adelante se aliaría con la caja (tamborcito) y la guacharaca (o guache) para ejecutar lo que hoy se conoce como ‘vallenato’, casi un siglo después.

“Este instrumento no se relaciona únicamente con el vallenato; tal vez es el más influyente, pero no el único género. De hecho sólo hasta los años 50 se comenzó a mencionar ese género musical; antes se hablaba de música del Magdalena o de acordeón”, explicó el investigador.

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Y agregó que incluso el cantautor Alfredo Gutiérrez fue varias veces ‘rey vallenato’, pero ha sabido interpretar exitosamente otros géneros populares, al igual que otros cantantes y agrupaciones como Los Corraleros de Majagual.

“En la escuela Sabanera, por ejemplo, tenemos interpretaciones de porros o cumbias con acordeón; en República Dominicana lo incluyen en composiciones de merengue y en Brasil, es instrumento fundamental del ‘forró’. Eso sin mencionar a los países de Europa que lo incorporan en sus tradiciones”.

De otro lado, recordó al nobel Gabriel García Márquez, un furibundo amante del vallenato quien se encargó de promover el género dentro y fuera del país a través de sus obras, mencionando que en una de sus columnas para el periódico El Universal (1948) llegó a escribir: “Yo le haría levantar una estatua a ese fuelle nostálgico, amargamente humano, que tiene tanto de animal triste…”

La leyenda del ‘credo al revés’

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También participó del conversatorio el periodista y columnista, Félix Carrillo, autor de numerosas publicaciones y jurado en varias ediciones del Festival de La Leyenda Vallenata.

Dentro de su intervención, se refirió a los orígenes de la ‘piqueria vallenata’, una especie de duelo entre acordeoneros en que se usan “estrofas cargadas de sarcasmo y burla” muy similares a las de la ‘trova’ en Antioquia o el ‘contrapunteo’ de los Llanos Orientales.

También relató parte de la leyenda de ´Francisco El Hombre’ de quien se dijo, “venció al diablo interpretando el credo al revés en su acordeón; lo que no eran más que décimas vallenatas”.

“Clásicos vivientes del acordeón”

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Una segunda parte del conversatorio, tuvo como protagonistas a los intérpretes y compositores invitados desde diferentes regiones del país; diálogo moderado por el mismo Carrillo y la intervención del director del Centro Cultural, Weildler Guerra.

Procedente de la isla de Providencia, el acordeonista Trujillo Hawkins comentó que comenzó a ‘enamorarse’ del instrumento a la edad de 12 años gracias a su padrino Tulio Archbold, quien junto a dos guitarristas (formación típica de la época) fueron los primeros en interpretar clásicos instrumentales de pasillo,_polka y_mazurca con elementos que llegaban desde Colón (Panamá).

“De niño los escuchaba tocar y cada vez me gustaba más ese instrumento, así que comencé a practicar con acordeones prestados; así, de manera empírica, me convertí en acordeonero y conformé años después la agrupación ‘El Polvorete’”, manifestó Hawkins.

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Por su parte, el guajiro Isaac Carrillo –a quien se le conoce desde su infancia como ‘Tijito’– (a la izquierda en la foto), cuenta con 81 años de edad y 54 de estar involucrado en el folclor y la piqueria vallenata.

Carrillo, autor de ‘La cañaguatera’ y muchos éxitos más, de joven levantaba bultos de papa, fue cortador de leña, ayudante de camión, chofer y administrador de un billar; en esos ires y venires, conoció a Nicolás ‘Colacho’ Mendoza, quien lo dio a conocer en el medio músical.

“En la Sierra también vive el acordeón”

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El evento también contó con la participación especial del intérprete arahuaco Ricardo Villafañe, quien para deleite de todos los presentes cantó en su lengua nativa ‘Ika’, la composición del maestro Rafael Escalona ‘La Casa en el Aire’ acompañado de su singular acordeón.

“Nací en una familia de acordeoneros y junto a mi padre, traducimos los vallenatos para que el mundo de la Sierra Nevada de Santa Marta, pueda entender lo que aquellos compositores grandes decían en sus temas; porque a los indígenas también nos gusta el vallenato”, dijo el joven músico.

“Inicié con instrumentos prestados, así que cuando tuve el primero propio, que mi padre me regaló, me parecía que no era mío porque era extranjero. Pero un día me dije: soy arahuaco y mi pueblo adoptó el acordeón; entonces decidí agregarle elementos de nuestra cultura”, agregó.

De este modo, en el acordeón que acompaña a Villafañe está representada la simbología más importante de su comunidad:

En el diapasón están los símbolos que significan los caminos y el pensamiento de los hombres; en la parrilla está representado_Kakü Serankua o ‘Padre Creador’ de los Ika, a quien le deben “sus misiones de vida, habilidades o dones”; finalmente, en las correas, está representada el agua que para dicha etnia, es la base de la vida.

“El acordeón es mi vida”

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Finalmente, Emilio Oviedo, natural del corregimiento de Pelaya en el Cesar, relató cómo aprendió por su cuenta a ejecutar el acordeón, a pesar de que su familia pretendía lo contrario.

“Fui un enamorado del acordeón desde niño. Éramos seis hermanos varones y una mujer, mi papa y mi abuelo, todos ellos acordeoneros; pero al ser yo el menor y en vista de que el instrumento se prestaba para la parranda, mis padres dispusieron que yo no aprendería a tocarlo…

…Lo ponían bajo llave, pero yo sabía dónde la enganchaban; así que practicaba a escondidas algunas de las canciones de moda en esa época, como La Piña Madura y La Múcura.

El acordeón para mí es sagrado, me ha dado muchas glorias; con él pude educar a cuatro hijos, todos hoy profesionales; y hacerme humildemente a una buena casa en Valledupar…

…Puedo decir con orgullo que son 46 los cantantes que han pasado por mis manos, más de la mitad, unos desconocidos cuando los encontré. Tal es el caso de Jorge Oñate, Rafael Orozco, Diomedes Díaz, entre otros reconocidos artistas del vallenato actual”, concluyó Oviedo.

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Última actualización ( Sábado, 02 de Marzo de 2019 09:09 )