El penoso caso de los ‘jet ski’

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A los actos hay que llamarlos por su nombre y darle su justo reconocimiento; se aplauden cuanto aciertan y se corrigen cuando no. La decisión de cambiar el teatro de operaciones de los tristemente célebres jet ski  –de sur a norte en la bahía de Sprat Bight–  es como decidir entre  vender el sofá o la sala. No cambia la raíz del problema y además, sí lesiona a otra comunidad, que desde mi punto de vista es más importante: nuestros jóvenes deportistas.

En mi condición de ciudadano observo que sin mediar el conducto regular se ha definido y boyando  a la carrera, un espacio para esa actividad y con eso se cree solucionado el problema. Lamento decirles que se han equivocado, y mucho: la historia tarde o temprano, se va a repetir.

Reconociendo las boyas del canal de acceso se ha extraviado un piloto de barco de carga (y de herencia nos dejó 1.300 toneladas de material de construcción en la principal barrera arrecifal de la isla)  y ahora, con esta salomónica decisión, se pretende que un turista sin ninguna instrucción previa, reconozca el significado del sistema balizar en esa zona.

Vana ilusión.  La raíz del problema no está en el jet ski, ni en el turista, mucho menos en la boyas, está en la forma que se realiza la operación comercial. Esta actividad marítima debe llevar un operador líder a la cabeza del grupo de turistas en igual medida que el buque ‘Memory’ debió esperar al piloto práctico.

En ese orden de ideas la actividad del jet ski podría ser reubicada sustancialmente y adoptando experiencias de otros países, organizar sus procedimientos, por ejemplo: un operador adelante que haga las veces de guía y otro que ‘cierre grupo’ para atender eventualidades.

Detalle no menor que bien podría adoptarse en el Plan de Manejo (2014) de las AMP(s) pendiente de aprobación.

Esta actividad ha tenido graves costos ambientales sobre las zonas boyadas de los corales de Little Reef y las importantes  praderas marinas protegidas por orden nacional. Sumado a lo anterior, la funesta y penosa serie de accidentes con niños, mujeres y hombres, incluyendo personas desaparecidas, lesionadas  y el más reciente accidente que acongoja a una familia extranjera y a toda la comunidad.

¿Se puede aprender de los errores del pasado? Sí, definitivamente, teniendo en cuenta que una actividad económica es eficiente cuando aprovecha las oportunidades, sin lesionar los intereses ajenos, como lo son los ecosistemas marinos o los niños nadadores de San Andrés injustamente desplazados de su hábitat natural por una ‘alcaldada’ inverosímil.

Última actualización ( Sábado, 08 de Agosto de 2015 09:34 )