La inmortal bohemia, en tiempo de Green Moon Festival

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Puede ser una imagen de 3 personas, personas de pie, personas tocando instrumentos musicales e interior

Con el mensaje pausado del tema ‘Blood and Roses’, original de la banda ‘Bohemian root’, aún resonando en nuestras mentes se despidió el Green Moon Festival 2021. Un evento que logra sobreponerse a los contratiempos de una organización que pocas veces goza del respaldo oficial local y parece sentirse más cómoda así.

Los miembros fundadores de la organización que aún persisten en la idea original, siempre insistieron en la importancia del soporte conceptual y académico del festival: unas actividades culturales, lúdicas, tradicionales y deportivas, que son su razón de ser y que desembocan en esa deslumbrante fiesta en forma de gran concierto que se realiza al final.

Nunca al revés. Primero lo primero, y lo primero es ese abrazo fraternal en forma de raza y cultura que bautizó al festival en 1987. Y que, en 2021, 34 años después, materializó aquel anhelo una vez más con delegaciones de Panamá, Costa Rica, Nicaragua y Jamaica, que refrendaron una armonía sin fronteras, más allá de los diferendos territoriales, por el  empeño de la Gran Seaflower.

Este año el evento desarrolló talleres de escritura para niños en la parroquia María Estrella del Mar; torneos de Dominó en los patios de la Iglesia Bautista Central; exhibió documentales y lanzó obras ambientales; revitalizó costumbres artesanales como los ‘hocks boats’; prohijó el encuentro internacional del Pueblo Creole y, por último, realizó el gran show mencionado.

Un concierto llevado a cabo ‘The Light House’ con los protocolos de aforo controlado que sirvió para mostrar –una vez más– la brillante clase de músicos e intérpretes que surgen en San Andrés, Providencia y Santa Catalina y que también se cocinaron durante los tiempos del encierro.

La atrapante dulzura interpretativa de Arkal; la impactante fortaleza escénica de King Nathan; la fluida acción histriónico musical de Minor P. Todos acompañados por el oficio y la maestría de Bohemian Root, que de principio a fin –como ‘backing band’– se lució interpretando aires musicales desde el R&B al calipso, pasando por el reggae, el zoca y el compas haitiano, entre otros.

Párrafo aparte merece el ‘calipsonean’ de Costa Rica, Ramón Morales Garro, que además de interpretar magistralmente con su ‘banjo’ una serie de temas en tiempo de calipso, también mostró su maestría de investigador y antropólogo, exhibiendo el documental de su autoría ‘Calypsonians de hoy’.

En síntesis, gracias a Dios, este certamen brilla con luz propia, por historia tradición y respeto: 34 años no son poca cosa para que se pretenda modificar su esencia al capricho de actores de reparto u ocasión. La dignidad es un faro que ilumina más allá de la noche más oscura. .

¡Larga vida al Green Moon Festival! (… y nos vemos en FILSAI)

Última actualización ( Lunes, 20 de Septiembre de 2021 05:36 )