Una cadena permanente de acción y oración solidaria...

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Ya se ha dicho en todas las formas posibles: el Coronavirus es una enfermedad que se propaga a toda velocidad, pero si hacemos lo correcto, podemos parar su ritmo de expansión. Si asumimos hábitos como aislarnos en casa, lavarnos las manos con frecuencia, no tocarnos la cara, no saludarnos de beso o estrechando la mano, reducimos en alto porcentaje su probabilidad de contagio.

Este enemigo invisible se aprovecha de los contactos humanos y sociales para avanzar. Por eso, limitar acercamientos al máximo posible tomando medidas armónicas de distanciamiento y fijando protocolos para las relaciones en nuestros sitios de aislamiento, no solo que nos protegerá, sino que lo hará con el prójimo –repetimos– en una gran medida.

¿Pero, cuál es otra acción indispensable desde lo individual y colectivo que nos ayudará a contener esta inesperada pandemia? La unidad solidaria, activa y social. Ya lo dijo el Presidente de la República, Iván Duque Márquez, en su mejor alocución, rodeado de connotados médicos, científicos e investigadores de nuestra Nación.

“La mayoría de personas que son atacadas por el coronavirus se pueden mejorar, pero sabemos que nuestro reto es que podamos proteger, aún con mayor vigor, a quienes ataca con más ferocidad. Por eso es tan importante nuestro sentido de solidaridad”, dijo el primer mandatario. Tan sencillo como eso. Tan humano, cristiano y elemental.

De esta forma, ante la pandemia del Coronavirus, la unidad se debe expresar en cada gesto con el familiar, vecino, compañero de labores o de estudios, y desde luego, con la autoridad. Frente a este cuadro no caben histerias políticas ni fanatismos de grupo social o de distinciones de cualquier origen. Ni mucho menos, escamados lucimientos en las redes sociales.

Ahora es tiempo de demostrarnos que en las crisis podemos estar articulados en la prevención. Como sucedió en ocasiones anteriores frente a fenómenos de diferentes tipos e intensidades. Un territorio unido en el que cada uno debe comprometerse con los demás y todos con cada uno, empezando, desde luego, por el Estado.

Por eso, hoy más que nunca, acatamos las disposiciones de nuestras autoridades, que en medio de la crisis son las llamadas a conducir esta nave, por capacidad, experiencia, y mandato constitucional. Y, claro está, abrazamos con fervor la convocatoria del gobernador Everth Hawkins a esa Gran Cadena de Oración para este lunes a las 11:00 a.m.

Y esa cadena no parará… Al virus lo podremos afrontar con una combinación de decisiones drásticas e inteligentes, desarrolladas en armonía solidaria por todos. Pero la determinación más alta está en el cielo. Ya es hora de doblar rodillas, observar la historia, pedir perdón. Unidos, solidarios y con un Dios más cercano, presente en el día a día, podremos salir adelante.

 

Última actualización ( Lunes, 23 de Marzo de 2020 08:06 )