Santos y su semana de obstinada pasión por la Paz

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Una gran incertidumbre, por ende, se apoderó del clima político, social y hasta financiero del país. Y, en el archipiélago, a pesar de la ajustada victoria del Sí, el alto porcentaje de abstención –cercano al 80%– fue una señal inequívoca de que la mayoría de los isleños le dieron la espalda a la contienda.

A la pobre pedagogía sobre el contenido de los Acuerdos de Paz; se sumó una ausencia rampante de liderazgo de los promotores de ambas opciones. Y, sumado a esto, otros grupos convocaron en un sugestivo ‘voz a voz’ a una suerte de protesta pasiva ante el Gobierno Nacional, pasando inolvidables cuentas de cobro que persisten en la memoria colectiva, sobre todo del pueblo raizal.

Y es que ese descontento que no pocos subestiman y otros consideran ineficiente, desordenado o hasta indisciplinado, persistirá, en la forma que sea, hasta tanto no se solucionen los males que lo originan. Así algunos quieran enseñarle a los isleños a no solo como vivir y cuando morir, sino –¡ahora también!– a como resistir.

Retornando al plano nacional, las marchas organizadas por espontáneos estudiantes en varias ciudades del país hicieron recordar los memorables versos de Violeta Parra (‘Me gustan los estudiantes’) y mostraron el camino del entendimiento y la reconciliación en forma de columnas humanas hastiadas del revanchismo instalado en los sectores más recalcitrantes de ambos bandos.

Tal vez por eso y por su obstinada voluntad de Paz, mas allá de cualquier obstáculo ideológico (divino y humano) el presidente Santos obtuvo ese merecido premio. Qué paradoja: la derrota a manos del No le terminó asegurando más que nunca este justo reconocimiento. Que sirva de ejemplo a tantos ciegos que ven, pero no quieren mirar...

Última actualización ( Domingo, 09 de Octubre de 2016 03:38 )