Educación y salarios

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NADINEstá bien que el presidente Santos se haya puesto como meta en su segundo periodo (pudo haberlo hecho en el primero, pero no lo hizo) convertir a Colombia en la nación más educada, por lo menos de Latinoamérica. No cabe duda que muchos de nuestros problemas sociales y económicos radican en la escasa escolaridad de los ciudadanos. Pero es imperativo pretender también que haya salarios justos en consecuencia.

Es indigno que un colombiano tenga que trabajar, a veces gratis, recién salido de la universidad (que es el momento en que más necesita ganar dinero puesto que sale con los bolsillos esmirriados por los altos costos de los estudios) o con experiencia, como se ha visto, debido a que los empresarios no están dispuestos a experimentar con los nuevos profesionales ni a sacrificar un poco sus economías personales por una apuesta por los principiantes o los veteranos.

También desahucia que muchas empresas, del Estado, particularmente, no recluten a su personal con base en los meritos y la especialidad de los egresados, sino por recomendación de amigos o familiares, lo que en la cultura popular se conoce con el nombre de palanca, dejando por fuera a los más competentes, en gran parte, y favoreciendo la mediocridad, la poca creatividad y la mendicidad laboral.

La palanca, tan vieja como repugnante, en gran medida, es la causante de que muchos de nuestros profesionales de la mejor condición humana y científicos de alto nivel se hayan ido a otros países en busca de la oportunidad laboral que les negara su tierra.

Por eso, señor presidente Santos, es perentorio que su proyecto de educación a gran escala, que mencionara el 7 de agosto último en su discurso de posesión, incluya a los empresarios. Son ellos los que a veces parecen no comprender que es vital para la sociedad pagarles bien a los empleados o trabajadores. Tal vez si pensarán menos en economizar que en invertir, en crear capital solo para salir en la revista Forbes, en los excesos, en la codicia insaciable, y más en la moderación de sus ambiciones y aspiraciones, en una efectiva distribución de la riqueza, seguramente tendríamos no solo una nación educada sino una bien pagada.

Es más probable que con una oferta laboral amplia y atractivos salarios, a los jóvenes, en especial, les quedaría más fácil tomar la decisión correcta de rechazar las tentadoras y dañinas ofertas del narcotráfico o de los corruptos que pululan en las butacas de los puestos públicos y privados de este país.

COLETILLA: “Hay personas que confunden educación para el trabajo con educación para un trabajo. Son dos cosas muy distintas” , Moisés Wasserman.


Comentarios: @nadimar65