Sociedad civil y presiones pro cambio

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La crisis contemporánea y sus triunfos en denunciar la corrupción la dejaron empoderada e inquieta. Por eso no debería desaprovechar el momento o aceptar más excusas para que no le otorguen una mejor calidad de vida.

La crisis ha tocado fondo también gracias a la pandemia que expuso mucho más aun las serias deficiencias y corrupción de las que se creían que existían en el sistema de salud, en la administración pública departamental y en la política local.

También expuso la incapacidad de las islas de atender sus propios problemas. Es difícil imaginar una administración departamental menos preparada para atender los retos actuales. Les falló a los isleños en su momento más vulnerable y necesitado.

Por eso los isleños retomamos el camino de la esperanza pero también del control ciudadano, con los ojos bien abiertos porque la clase dirigente insiste en seguir en lo mismo: haciendo poco o nada pero usufructuando a costa nuestra carencia total de calidad de vida..

Por eso es necesario identificar tanto soluciones como culpables, porque los culpables pueden seguir obstaculizando las soluciones. Al no hacerlo aceptamos que la crisis y las irregularidades son la nueva normalidad.

Muchos ven la suspensión del Gobernador elegido como algo innecesario debido a la fragilidad institucional en la mitad de la crisis. Sin embargo, es una rectificación necesaria frente al manejo de entidad territorial que carcome los cimientos institucionales de las islas y ha negado un mejor desarrollo a todos.

¿'Banana republic’?

Las islas exhiben elementos de lo que llaman una ‘banana republic’, de gobiernos fracasados y extremadamente corruptos donde el culto a la personalidad, la manipulación de la información y el control a la crítica contrastan frente a los serios problemas y necesidades sociales que no se atienden.

En respuesta a ello vemos cada vez más iniciativas desde abajo, por la comunidad misma y ya no solamente en relación al tema raizal, ahora tienen un contexto más amplio en medio de los múltiples y muy serios problemas de todos.

Pero los triunfos sociales no gustan a los políticos y por eso se intentó proyectar ese reciente logro de la sociedad civil para el beneficio político de los mismos que han precipitado la crisis, intentando hacer creer que los hechos recientes son un abuso contra la sociedad civil y en particular la raizal.

La ineficiencia administrativa que acompaña y nutre a la corrupción y la manipulación de la información o falta de la misma en las islas son alarmantes y amenazan los derechos fundamentales que se supone deben ser respetados.

La ‘posverdad’ isleña

La mentira presentando como verdad y esconder la información para evitar escrutinio ciudadano son prácticas políticas de años, pero de más uso ahora por los medios y por una cultura ‘online’ a veces incapaz de distinguir entre realidad y ficción.

Proyectar un universo paralelo de triunfos para esconder fracasos y mediocridades es común de gobiernos que prometen el cielo y la tierra pero terminan dejando a las islas en un hueco más profundo y grande del cual estaban. Peor aún, se adquiere una dimensión criminal por esconder la verdad (como con la UCI) en la mitad de una crisis humanitaria y de salud.

En las islas vemos como parte de esta estrategia un afán de exagerar logros, la hipersensibilidad ante la crítica y en consecuencia las acciones para silenciarla, así como la comparación con el pasado para justificar hechos actuales irregulares.

También se acude a las emociones y a las creencias personales porque buena parte de la gente tiende a aceptar argumentos basados más en sus emociones que en hechos reales y factibles. De allí el énfasis en el uso insistente de la religión como herramienta de manipulación: si se menciona Dios se asume que es cierto lo que se dice.

Como ejercicio para justificar un modelo de gobierno y un esquema de corrupción e ineficiencia, se traspasó la extrema polarización de las elecciones pasadas al diario vivir de los isleños.

Al clasificarnos como pro-gobiernistas o ‘resentidos criticones’ se usa una estrategia de control de los argumentos pero también de hace quedar mal a todo aquel que critique u opine algo que incomoda. Criticar se volvió algo subversivo y de apoyo automático a toda simbología que se ‘pinta’ por fuera del mapa.

El isleño no traga entero 

A pesar de intentos de manipulación, muchos abrieron sus ojos y no tragaron ni tragarán entero. Por fortuna los medios también son un poderoso aliado natural de unos isleños ávidos de saber qué pasa y además con todo el tiempo disponible por la cuarentena para dedicarse a investigar.

Cada isleño se convirtió en un detective. Ese poder que ha adquirido no lo dejará ir fácilmente. Los corruptos, los irresponsables y los ineptos deberán tener cuidado.

Los isleños estamos inquietos porque deseamos sacar a las islas del espiral de crisis en crisis. Por eso el mensaje que la sociedad civil le envía a las fuerzas políticas y al estamento nacional es que es tiempo de formar una coalición para superar la crisis. Sin la sociedad civil no se podrá avanzar.

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Este artículo obedece a la opinión del columnista. EL ISLEÑO no responde por los puntos de vista que allí se expresen.

Última actualización ( Martes, 13 de Octubre de 2020 04:09 )