Turismo informal

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EDUARDO.GARCIA.MARTINEZ.NUEVALa informalidad en el sector del turismo de Cartagena ha sido perniciosa, constante desde el inicio de esta actividad y sus consecuencias notablemente negativas. El caso de las playas es solo uno de los lunares que han afectado la imagen de la ciudad como destino por el desorden, el abuso, la suciedad y la precariedad en la prestación de servicios directos al turista que busca el disfrute en el mar.

La ausencia de una política clara y definida para el turismo ha permitido una excesiva permisividad en diversas actividades de este importante renglón de la economía y el empleo. Muchas actividades, así como servicios y productos ofrecidos al visitante, no tenían vigilancia ni control efectivo por parte de las autoridades.

Las quejas por abusos y cobros excesivos eran frecuentes, no solo en playas, sino en lugares emblemáticos como el Centro Histórico, donde el acoso a los visitantes impedía el disfrute de lo que les interesaba, porque a su lado un enjambre de vendedores de todo tipo de cachivaches lo impedía.

Se ha necesitado, pero no implementado, la capacitación permanente de quienes están vinculados desde el trabajo informal a la actividad turística, lo que hace imposible la transformación y adquisición de nuevos conocimientos y responsabilidades frente al visitante y a lo que significa Cartagena como destino turístico. No se ha entendido la necesidad de formalizar el trabajo en el turismo y se privilegia, de hecho, la dañina precariedad en la oferta de servicios que son esenciales en el proceso de cautivar al visitante y consolidar el buen nombre de la ciudad ante el mundo.

Un destino de la importancia de Cartagena no merece un mobiliario tan deprimente como el que se ha mantenido por años en las playas del sector turístico de Bocagrande, ni la forma como allí se atiende a los turistas. ¿Cómo es posible que necesitáramos años para tener una playa azul? ¿Por qué nos contentamos con tan poco? Todas las playas nuestras deberían ser azules.

Comenzamos a dar los primeros pasos en la era post COVID-19 y nos preguntamos: ¿Qué pensamos durante la pandemia para superar problemas como los relacionados con la informalidad en el turismo? Que parecen menores, pero no los son y hacen parte de la acumulación de lastres que debemos dejar atrás si queremos hacer de Cartagena un destino de categoría superior.

Si no se aprovechó el tiempo para planificar, mejorar e innovar seguiremos en las mismas, sin autoridad y con el desorden, la informalidad y la medianía de siempre. Mala cosa.