La mentira y la verdad

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INES.CELIS

Estos días en que la cosa política se pone más y más caliente se escuchan, para mi concepto, cada vez más mentiras que de tanto repetirse parecen verdad. ¿Cuántos años llevamos escuchando los mismos discursos y no vemos mejorías ni en lo ambiental, ni en lo educacional y, mucho menos, en lo económico y social?

San Andrés está sobrepoblada ¡qué va! siguen llegando desplazados; los embarazos -especialmente en menores de edad- son muy frecuentes ¡mentiras! ¿quién puede probar todo eso? ¿el Dane? El mar se está comiendo las playas, ¿quién dijo? nos acaban de dar una 'bandera azul'. Tenemos un hospital de ‘tercer nivel’, ¡no no noo! tiene cuatro niveles y un subsuelo, creo. Acá reina mucha ignorancia y maldad.

El crimen y el vandalismo se tomaron las islas, ¡no ombe'!, llevemos más policías, en tremenda edificación caben todos y además que aprovechen y lleven a sus familiares a conocer el mar de los siete olores, perdón de los siete colores. Ampliemos la cárcel y dejemos pudrir los megacolegios, igual ya los ex gobernadores pagaron cana por eso.

¡Hagamos más jaulas y menos aulas!

¿En estas islas la verdad existe? Vemos como cada día lo anormal se está volviendo normal y el que piense lo contrario es castigado o criticado en un mundo totalmente ciego regido por la división y el odio que han llegado a los límites extraordinarios de la perversidad. Todos contra todos parece ser el lema de estas campañas políticas en la actualidad. Que Dios nos proteja y nos ayude a abrir nuestras mentes hacia la bondad.

Traigo a colación una fábula aprendida para meditar:

Dicen que la mentira y la verdad se encontraron una mañana y empezaron a hablar. La mentira le dijo a la verdad: “Buenos días, doña verdad”. Entonces, ésta quiso comprobar si realmente era un buen día. Miró hacia arriba, no observó nubes de lluvia, el sol resplandecía, varios pájaros cantaban y, viendo que era un día espléndido, respondió a la mentira: “Buenos días, doña mentira”. “Hace mucho calor hoy”, dijo la mentira. Y la verdad, advirtiendo que la mentira decía cosas ciertas, se relajó. La mentira, entonces, invitó a su compañera a bañarse en el río. Se quitó la ropa, saltó al agua y dijo: “Venga, doña verdad, el agua está deliciosa”.


En esta ocasión, la verdad ni se imaginó que la mentira podría estar jugándole una mala pasada, se quitó la ropa y se tiró al río. En ese momento, la mentira salió rápidamente del agua, se vistió con la ropa de su inocente compañera y se marchó corriendo entre risas. La verdad, totalmente desolada, se negó a vestirse con la ropa de la mentira para no manchar su buen nombre, así que no le quedó otro remedio que irse del lugar completamente desnuda.

Moraleja: Desde que pasó esto, se dice que a los ojos de algunas personas es más fácil aceptar la mentira vestida de verdad que la verdad desnuda y cruda. 

 

Última actualización ( Sábado, 12 de Octubre de 2019 13:50 )