Un archipiélago olvidado por el estado y en total orfandad.

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La imagen puede contener: 1 persona, sonriendo, primer planoSan Andrés, isla colombiana del mar Caribe, cercana a la costa de Nicaragua, conocida por los arrecifes de coral y la música reggae. Frente a la playa está el Parque Johnny Cay, una pequeña isla con mangles, cocos, y playas de arena blanca. El Parque Regional de Mangle Old Point es un santuario de vida silvestre con cangrejos, iguanas y aves.

La isla tiene una superficie de 27 km², y forma parte del Archipiélago de San Andrés, Providencia y Santa Catalina, que forma el único departamento insular de Colombia. Esta isla imponente por su mar de los siete colores, su mezcla de culturas afro, inglesa, holandesa y española, en donde se habla español, creole e inglés, está en completo abandono por el estado.

Lo increíble es que es la única región del país donde no existe la figura del alcalde, sino que el gobernador hace las funciones de alcalde y gobernador, pero como si fuera poca su desgracia, actualmente ni gobernador existe porque esta investigado.

Los raizales son los originarios de la isla, donde hay una fuerte presencia cultural inglesa. Se han prendido las alarmas, pues aparentemente su cultura tiende a desaparecer, y en su territorio predominan más las personas procedentes de otras latitudes que los propios raizales, quienes han venido siendo desplazados.

La economía del departamento de San Andrés y Providencia está basada principalmente en el turismo y el comercio, este último controlado en su mayoría por ciudadanos del Medio Oriente.

Con la declaración del puerto libre establecido bajo el gobierno de Gustavo Rojas Pinilla, y las migraciones posteriores tanto de la población del interior (Bolívar, Atlántico, Antioquia) como de extranjeros árabes, se impulsó la actividad turística y comercial, incentivada por los bajos costos que tenían las mercancías.

Con ello aumentó el transporte aéreo y marítimo hacia la isla, que durante las temporadas altas es visitada por una gran cantidad de visitantes, que colapsan la isla, y lo peor es que no tienen una cultura de protección del medio ambiente, pues acaban con los corales que constituyen a la isla en patrimonio único, y en la tercera reserva del mundo.

Uno de los problemas que más aqueja a los pobladores es la sobrepoblación, debido a la inmigración que mencioné anteriormente. Con la constitución de 1991, la población nativa raizal logró el reconocimiento de su identidad y derechos fundamentales, así como el establecimiento de la libertad e igualdad religiosa.

Hoy esta preciosa isla tiene graves problemas como la pérdida de tierras por parte de los campesinos isleños, el colapso de los pozos de agua, el saqueo de la pesca por grandes buques de países como Estados Unidos según noticias de prensa; el daño ecológico en las áreas marinas cercanas a la playa, así como el desbordado basurero que se encuentra en cada lugar de la isla.

El agua potable se vende y se distribuye a través de carro-tanques desde las plantas a toda la isla. En temporadas altas, los habitantes viven mayor escasez de agua, sin contar con los escandalosos precios de los servicios públicos en general.

La salud es otro grave problema, pues carecen de un buen sistema de salud, ya que el Hospital Departamental Clarence Newball y la Clínica Villareal no dan abasto para atender a la población, y al parecer no cuentan con todas las especialidades médicas.

La etnoeducación está desapareciendo, y el sistema educativo, en general, es de baja calidad. El archipiélago sufre un alto grado de pobreza, lo que genera una mala calidad de vida a sus habitantes.

Es vergonzosa la inexplicable ausencia del estado en este archipiélago: por seguridad nacional este debería hacerse presente, pues su cercanía con Nicaragua es algo que nos debe poner alerta, dados los problemas limítrofes que tenemos con ese país.

El grado de abandono es algo más que inimaginable, y urge un control urgente del gobierno en esta región del país que no posee representación alguna en el Senado y solo dos representantes a la Cámara en el Congreso de la Nación. La falta de civismo e identidad nacional le está destruyendo el entorno ambiental y sobre todo la gran reserva coralina que es la que nos proporciona el majestuoso mar de los siete colores.

(*) Ex diplomática


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Última actualización ( Domingo, 14 de Octubre de 2018 22:06 )