Escenarios de paz

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OSWALDO.SANCHEZPara honrar al gran Mohandas Karamchand Gandhi, a quien Rabindranath Tagore llamó ‘Mahatma’ (alma grande) y sus conciudadanos, ‘Bāpu​’ (padre), la Asamblea de la Naciones Unidas de 2007 decidió dedicar el 2 de octubre de cada año, fecha de su natalicio, como el Día Internacional de la No Violencia.

Las enseñanzas de este hombre perduran en el tiempo y frases como: «Existen muchas causas por las cuales estoy dispuesto a morir, pero ninguna por la cual esté dispuesto a matar», son imborrables.

A pesar de los esfuerzos, Colombia no ha podido, sabido o querido entronizar la paz. Por eso Héctor Mauricio Vargas Rodríguez, rector del Colegio Lacordaire de Cali afirma que “En el plano nacional se habla y se reflexiona sobre la paz, en todas sus expresiones, colores y sabores”, se discute si la paz es un pacto, un acuerdo o un estado. O si “se puede referir a la ausencia de la guerra o a la armonía entre lo que se hace y se piensa, entre la intención y la acción, entre el corazón y la mente”, pero de ahí no pasamos.

Hace mucho el Maestro de Galilea sentenció: «No hay peor ciego que el que no quiere ver, ni peor sordo que el que no quiere oír». ¿No son, acaso, la familia y la Escuela los dos escenarios donde se engendra, fortalece y disemina este valor inapreciable de la paz? Entonces, ¿qué esperamos para volver los ojos a ellos?

El primer escenario que se tiene es la familia; deben los padres enseñar a sus hijos la manera correcta de comportarse, de tratar a los demás, de resolver los problemas, pues como dice el Papa Francisco, “la familia es fuente de toda fraternidad”, el sitio donde se sientan las bases para forjar los proyectos de vida de cada uno de sus integrantes.

Los padres hacen realidad la paz al reconocer y respetar en sus hijos la dignidad como personas, al enseñarles a distinguir entre el bien el mal, al ayudarles a formar conciencia recta, al exaltar el valor de la vida humana. Enseñar que nada se consigue sin esfuerzo y que deben ser amos y señores de sus pasiones e inclinaciones, que hay que ser constantes y no desfallecer, eso es encarrilar por los caminos de la paz. Ojalá los padres entendieran que “en sus manos está el que haya sociedades justas y pacíficas”.

El otro escenario, el de la Escuela, es “piedra angular” que no debiera ser desechada por los arquitectos de la paz. "Los maestros en cada aula de clase son los verdaderos constructores de esta paz. Son nuestros profesores los que día a día inspiran con su ejemplo y dan a los niños y jóvenes, con educación de calidad, las herramientas para hacer realidad sus sueños", decía la entonces Ministra Yaneth Giha en la ceremonia Compartir al Maestro 2017.

Germán Ayala, docente de la Universidad Autónoma de Occidente afirma: “Colombia necesita transformarse culturalmente y la única manera de hacerlo es mediante la educación,transformando el modelo educativo, creando uno más incluyente y formando ciudadanía y personas para vivir en paz”.

Es que como dice Vargas Rodríguez, “Es justamente en la escuela el espacio plural e indicado para educar, fortalecer la resiliencia en el ser humano y de esta manera aprender a ser fuerte, resistente, generando nuevas estrategias, para lograr trasformaciones no violentas, de cara a los conflictos propios de la convivencia”.

Pero ¿están Familia y Escuela en capacidad de enfrentar tamaño reto y aceptar esa responsabilidad? Creemos que no. Y no lo están por el desgreño de las autoridades en lo educativo, pues es corriente medir la gestión educativa referida a “recursos” y a ladrillos pegados, pero en detrimento del capital humano que cobijan las IEs. Y la familia, una de las instituciones más abandonadas, desprotegidas y maltratadas (casi todo lo que se hace por ella es bajo el rubro del asistencialismo y la misericordia) bien poco es lo que hace y puede hacer.

El hombre ni está en este mundo para hacer la guerra ni es su destino hacerla; su destino es vivir en paz. “Lo difícil y complicado del tema es que la paz no se da instantáneamente ni por mandato, no se obtiene sin esfuerzo, ni se compra o pide prestada: la paz tiene que nacer del corazón de cada hombre”, nos enseña la Iglesia. Sin paz en el corazón, la sociedad y el mundo no tendrán verdadera paz. Y eso se enseña en la familia y en la Escuela. Que nadie albergue la menor duda.