Generación anticorrupción

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Es 2017 y todavía funciona esa premisa romana. Las poblaciones vulnerables, por ejemplo, son un electorado importante, un capital político fácil de mantener. Como forma de resarcimiento por pasados violentos y por generaciones enteras de pérdida espiritual, negación e invisibilización, en vez de reconstruir la historia desde la perspectiva de todos los implicados,se sobrepusoesa absurda y facilista idea del asistencialismo incondicional.

En Brasil, ser afrodescendiente por ejemplo, es una llave para una serie de subsidios y de beneficios de discriminación aparentemente positiva. Las madres reciben subsidios por cada hijo, aunque no asistan al colegio;se espera un nivel menor de competencias en educación de los afrodescendientes al concursar por puestos en universidades públicas, e incluso se puede optar por un salario de desempleo.

El resultado del asistencialismo sin condiciones es una masa lumpenizada, desempoderada, aún más vulnerable a la delincuencia, a los negocios ilícitos, y por supuesto un hueco enorme en las finanzas. Con el gasto público desbordado, Brasil hoy está en una profunda crisis institucional, y lo más triste es que con el dinero gastado no logró más que perpetuar en el poder a una clase política que ejerce exactamente el mismo viejo método para legitimarse: la ignorancia.

En el caso de Río de Janeiro, las obras de los Juegos Olímpicos y del Mundial de Fútbol sirvieron para embolsillarse más billete, mientras la estrategia fuera el pan y el circo para el pueblo, en vez de la autosuficiencia y la cultura. Basta sólo con la ignorancia y la simpatía para que una clase política corrupta se legitime. La esclavitud mental, la que manipula silenciosamente las decisiones, la más difícil de superar, se sufre pero no se sabe.

No se trata de que las crisis de tantos países sean porque los afrodescendientes o los nordestinos, o los indígenas, recibieran subsidios… o porque los servicios públicos se regalaran a cambio de votar políticas públicas ineficientes; o porque se aceitaran las contrataciones, y se favoreciera a familiares y cónyuges con plata de los contribuyentes;o porque se facturaran obras por muchas veces su valor real.

Se trata de la lógica de hacer política que hay detrás de esas realidades locales y globales. Si no era Odebrecht, hubiera sido otro que podía desfalcar a la Petrobras durante años, si los ciegos no ven y los otros tuertos tienen precio. El problema es que esta etapa de purgas anticorrupción viene con muy poca fe en la clase dirigente, y la estabilidad de las sociedades está cada vez más en entredicho.

En medio de tanta cosa, uno quieresoñar, como enImagine, deJohn Lenon, con una realidad sin Estadosy sin religión, sin ideas por las cuales morir o matar. Los soñadores son aquellos que se atreven a pensar en el fondo, en la memoria, en las raíces, porque por las ramas no se arregla nada.

El gran pesar y la gran alegría de esta generación debe ser no poder sorprenderse al ver tanta corrupción, ¡si es tan natural que suceda en un Mundo obsesionado por consumir y parecer!, y tener la terrible y divertida responsabilidad de hacer las cosas de forma radicalmente diferente.

No hay Odebrecth por aquí, pero cualquier parecido conrecientes escándalos en zonas del Caribe insular colombiano, es coincidencial.4Peaceout.

Última actualización ( Domingo, 30 de Abril de 2017 11:53 )