Cuando estuve en San Andrés, hace un par de meses, tuve la oportunidad de inyectarme ilusiones. Fui invitada a conversar con un grupo de adolescentes del Colegio Bautista de La Loma, con los cuales discutiría algunos de los artículos que había escrito.

El Green Moon Festival nunca debió dejar de hacerse. Así como no ha dejado de hacerse el Festival de Rock al Parque de Bogotá. Pero esta discusión hay que considerarla ya resuelta con su reaparición. Y ojalá con la lección bien aprendida.

Ubicados en pleno corazón del Mar Caribe, a  600 kilómetros de Cartagena de la Colombia continental;  a 240 kilómetros de las costas centroamericanas, compartiendo aguas y costumbres ancestrales con Costa Rica, Nicaragua, Honduras, Panamá, Jamaica, Grand Cayman y Belice…

Frente a la playa se había reunido el pueblo entero. Miraban a lo lejos el horizonte en una protesta lánguida y silenciosa. Ese era el día que perderían uno de los tonos de su mar, una franja de color azul del océano que los bañaba debería ser borrada de su memoria para siempre.

El pasado 29 de agosto el Invima visito la planta Fruit Of Life y emitió un concepto favorable a la línea de producción del agua de coco, permitiendo a la empresa continuar operaciones, que el día 30 de agosto volvió al mercado con el agua de coco embotellada, con el fruto que ha sido emblemático del Archipiélago en una industria que  promete crecer de la mano de todos.

A medida que se acerca la fecha en la que la Corte Internacional de Justicia de La Haya, CIJ, dará a conocer el fallo que resolverá el diferendo limítrofe entre Colombia y Nicaragua, más crece la sensación de que el archipiélago de San Andrés y Providencia perderá parte de su territorio.