El día viernes es conocido, entre otros, como el viernes de los periodistas y se convirtió en el día sagrado para departir con amigos de todas las índoles, aunque se termine siempre en lo mismo hablando de la profesión.
Periodista que se respete aunque no tome trago asiste a las tertulias, la mayoría de las veces para salvar su pellejo, o para rajar de los colegas o porque no para aplaudir una buena actuación periodística de la semana.
EL día sábado, si el guayabo no es muy bravo, y amaneces medio picado, comienzas a creerte el tipo más simpático de la tierra, hablas con todo el mundo, mandas tandas de Costeñita, te portas queridísimo, hablas más de la cuenta o sea que el sábado también podría llamarse sábado de lata o sábado de dar lora. A eso del medio día tienes varias opciones, porque más o menos a la una de la tarde el calor comienza a fastidiarte y terminas invitando a la Peatonal, al Maracaná, a la Batea y los más guapos terminan comiéndose un Sancocho de Mondongo de manos de la experta Ivon que te remata con un vaso de agua de panela con Limón.
Mientras, te relajas jugando domino. Después de las tres entra la mamadera y por mucho que sigas tomando terminas pasmado y pidiendo cama, llegas a tu casa y quieres bajarle el volumen al equipo, donde casi siempre está sonando música de Diomedes Díaz, y apuesto a que terminas insultado por todo el mundo hasta por los nietos, y luego te toca escuchar la frase histórica de tu mujer “Si no te gusta, te puedes ir por donde viniste”, gracias a Dios estamos en Mundial de Futbol y te toca comer sancocho de televisión como último recurso de parrandero ofendido.
Pero ojo que viene el día más cruel de todos, el domingo, especialmente después del medio día cuando terminan los cultos. En la mañana se pasa más o menos relajado especialmente si tiene TV cable ó Telefónica. Seguro bien temprano después del baño te alistas de sudadera, camiseta y sandalias domingueras de las de setenta mil barras, y recuerdas que la noche anterior te sentenciaron “Mañana nos tienes que llevar a comer porque mañana no cocino” “no soy una esclava para pasar toda la semana frente a una estufa”. Si no tienes plata comienzas a pensar a quien ponerle el plomo (¿será que Guillo?, no, más bien León o de pronto hasta Pacho el de las proveedoras). En la casa todo el mundo te dice que tú eres ateo, pero no, lo que tú realmente pretendes es quedarte solo para mandar a comprar tu salchichón cervecero, tu media libra de queso, diez limones para armar tu picada donde no debe faltar una dos litros sabor toronja y de pronto por allí una docena de mandarinas.
El domingo es odioso para mí por dos cosas, la primera porque nunca ha podido pedirle al sábado que se vaya de vacaciones y que deje de perseguirlo. Ese man también ha sido incapaz de decirle al lunes que se retrase o que vaya a joder al viernes, en fin, el Domingo además de odioso es cobardón. Para rematar en la noche comienzan a llegar a tú mente todas las deudas, y te pones a hablar solo montando el libreto con el cual vas a convencer a los acreedores, y lo que es peor: en tu casa comienzan a decir que te estás volviendo loco por estar pensando en voz alta. Todo esto demuestra que si te descuidas podrías terminar visitando a un psiquiatra… y todo por el odioso domingo.