Entre la primera y la segunda vuelta de esta selección del presidente colombiano para el próximo periodo, aparecieron días de esplendor por nuestro archipiélago; el mar en calma total, atardeceres de ensueño y amaneceres entre rojos y amarillos que nos trajeron quietud y momentos de reflexión.
Desde este balcón de Little Hill somos afortunados por el privilegio de ver y sentir la belleza de la costa Este de la isla de San Andrés, por donde nace el Sol en las mañanas y la Luna al anochecer.
Pero en esta isla hay lugares más bellos desde donde la contemplación podría convertirse en exótico ritual. Uno de esos sitios es El Cliff de North End: Esa roca coralina que se levanta unos 70 metros es como estar a la altura del piso 25 de una edificación situada a pocos metros del aeropuerto Gustavo Rojas Pinilla y desde su cima se mira el panorama completo de la ciudad de mar a mar en tres dimensiones, La Rocosa, Sarie Bay, Johnny Cay, la barrera de arrecifes que pasa por Haynes y Rose Cays, y por dentro de la bahía, el solitario Cotton Cay.
Belleza visual que nos llama a corregir y a ser creativos.
El Cliff es también su alrededor, las calles de School House, Back Road y Cliff, ese sitio deprimido y subnormal, tiene un potencial inmenso para el impulso de la oferta en presentación de vida y seguridad en nuestra isla.
La roca del Cliff de North End tiene unas cavernas acústicas que pueden ser escenarios por su sonoridad de música al aire libre. Aquí con imaginación se deben desarrollar proyectos para albergar el espectáculo, la gastronomía, el hospedaje, los deportes para de escaladores, paseos para el esfuerzo físico subiendo y bajando, y muchas más actividades.
La isla tiene que potenciar sus atractivos y ventajas naturales y este es uno ejemplar y multipropósito que la cambiaría profundamente. Es un reto por encima de los salones de convenciones del Hotel El Isleño, que con el criterio adecuado se convertiría en la puerta de entrada a la internacionalización del turismo local; al cambio que debe darse en nuestras construcciones mezquinas que usaron materiales coralinos y ahora sometidas a las obligadas demoliciones.
Diseñando, comprometiéndose, pero ante todo soñando con la belleza, con la seguridad y con la recuperación de nuestros mejores sitios, podemos colectivamente encaminarnos por el rumbo que nos asegure un desarrollo sostenible y sustentable.