Es un privilegio tener El Cliff, esa roca coralina que se levanta unos 70 metros, a una altura de un piso 25, situada a pocos metros del aeropuerto Gustavo Rojas Pinilla y cuya cima se ve la más completa panorámica del Norte de la isla; de la ciudad de mar a mar en tres dimensiones, La Rocosa, Sarie Bay, Johnny Cay, la barrera de arrecifes que pasa por Haynes y Rose Cays, y por dentro de la bahía con el solitario Cotton Cay.
Es una belleza visual que nos llama a corregir y a ser creativos. Son varias hectáreas que debemos recuperar en un proyecto que aunque hace más de veinte años lo hemos pretendido, nos ha faltado formulación y visión.
El Cliff no es solo esas piedras altas, es también su alrededor, lo delimitan las calles de School House, Back Road y los asentamientos llamados ‘El Cliff’, ese sitio deprimido y subnormal, pero con un potencial inmenso para el impulso de la oferta en presentación de nuestra isla.
Tiene cavernas acústicas que pueden ser adecuadas para escenarios de música en vivo, al aire libre por su sonoridad. Aquí con imaginación podemos desarrollar proyectos para espectáculos, podemos pensar en restaurantes y cafeterías panorámicas, en hospedaje, en deportes extremos para escaladores, para paseos con esfuerzo físico subiendo y bajando, y muchas más actividades.
La isla tiene que potenciar sus atractivos y ventajas naturales y este es uno muy especial que con múltiples propósitos nos cambiaría profundamente. Es un reto, es soñar con recuperar el entorno, el paisaje, la tranquilidad, la seguridad. Y lo podemos financiar con recursos de las regalías que el Departamento comienza a recibir de la minería y la explotación petrolera del país.
Con el criterio adecuado se convertiría en la puerta de entrada a la internacionalización del turismo local; a cambio debe darse un restablecimiento del concepto de ‘Casa Viva’ o la recuperación del carácter tradicional, restablecimiento de la imagen en nuestras construcciones aprovechando que por el uso de materiales coralinos ahora muchas están sometidas a obligadas demoliciones.
Diseñando, comprometiéndose, pero ante todo soñando con la belleza, con la seguridad y con la recuperación de nuestros mejores espacios para la prosperidad, retando el desorden, el caos, el desaseo y la fealdad podremos, colectivamente, encaminarnos por el rumbo que nos asegure un desarrollo sostenible y sustentable.