La presencia de una amplia delegación nacional en la isla este pasado lunes, con el propósito de atender el tema de los precios de la energía eléctrica y la racionalidad de su uso en el archipiélago, permitió la participación de muchos en un amplio debate y una gran concentración de usuarios afectados por las medidas por adoptar.
Quiero desde esta columna introducir al foro el factor población como asunto trasversal que debe considerarse en la discusión a fin de obtener equilibrio y compensaciones.
En 1912, siendo ya el territorio con más personas por kilómetro cuadrado de Colombia, la población de las islas no llegaba a los 6.000 habitantes, mientras que ahora en el 2012 contamos con más de 60.000. Pero, miremos un poco mejor, en 1962, cincuenta años después de convertidos en Intendencia, teníamos unos 10.000 habitantes.
En este último medio siglo hemos crecido en población muy por encima de cualquier pronóstico, por fuera de cualquier ordenamiento racional como quiere del el uso de la energía el Vice ministro Tomás González Estrada. Ha sido irresponsable el Estado al permitir, más aún, al estimular el sobre poblamiento de la isla de San Andrés. Lean la Ley 52 de 1912 donde se establecen facilidades para residir en el archipiélago.
De 1962 con 10.000 habitantes, estamos en más de 60.000 en solo 50 años, multiplicando por seis la cantidad de personas, sin capacidad para albergar, sin recursos, sin extensión, acabando, con la sola presencia, con el jardín del paraíso coralino. No conocemos de isla oceánica en el mundo con una densidad por encima de 2.000 almas por cada kilómetro cuadrado cómo en San Andrés.
Entes como el DANE publican sus mediciones periódicas del desempleo nacional destacándonos cómo sitio de mayor ocupación laboral, lo que además de inconveniente por colocarnos en blanco atractivo para la llegada de desocupados de otras partes del país; parecen no tener en cuenta el muy bajo valor de los ingresos en las islas por los altos costos de todos los básicos: alimentos, servicios públicos, transporte, vestuario y combustibles, sobre lo demás.
San Andrés con 10 mil habitantes hace 50 años tenía abundancia en su entorno natural y con una mano de obra hacendosa para proveerse de lo necesario, porque los nativos sembraron la tierra. Era un queso grande y suficiente. Hoy con 60.000 y pico de personas a bordo esa cuajada ya no es viable. Los isleños estamos más pobres cada día.
¿Cómo pagar entonces la energía eléctrica? Indispensable para su salud, su educación, su alimentación, su entretenimiento, su vida. Y no es posible vivir sin luz, ni pensarlo señor vice ministro.
Pregúntele usted a cualquiera de los que llegaron a las islas antes de los años ochenta. De cómo se disfrutaba vivir, de la seguridad, de la solidaridad que se compartía. Eran épocas de trabajo y de ahorro que les permitía apoyar económicamente a familiares en otra parte.
El factor población no está presente como debiera y es elemento trasversal que incide en todos los asuntos sociales y financieros del Departamento. Ser racional en cualquier tema gubernamental de San Andrés implica tomar el toro por los cuernos y atender responsablemente la capacidad máxima de poblamiento racional, que consideramos superada hace mucho.
Kent Francis James
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