El 9 de noviembre de 1989, durante una conferencia de prensa, Günter Schabowski, funcionario alemán, miembro del Politburó de la República Democrática Alemana (RDA) malinterpretó un mensaje y anunció de manera confusa que las nuevas regulaciones permitirían a los ciudadanos del lado este viajar al extranjero "de inmediato, sin demora".
Esta declaración fue transmitida en vivo y generó una avalancha de ciudadanos hacia los puntos de control, con los guardias fronterizos aun estupefactos, se abrieron las barreras ante la multitud. Así cayó el muro de Berlín. Era así de fácil: Un mensaje cambió el mapa político del mundo. El muro, de tan solo ciento sesenta kilómetros, tan insignificante que no podía verse desde el espacio, tan joven que no tenía la antigüedad de las pirámides, solo era sostenido por el miedo.
El pasado 16 y 17 de diciembre se derrumbó un muro de agua. La cumbre de países afrodescendientes del Caribe occidental nos sentó a la mesa a creole-parlantes, islas y litorales que se conocen los huracanes por dentro, con historias que se entrelazan en una manta inmensa que se ha sometido a las tragedias con distintas intensidades.
Ahí, nos mostramos las heridas y prometimos curarnos mutuamente.
Si algo nos quedó debiendo este encuentro, fue más tiempo. Si vamos a crear un mundo nuevo necesitamos al menos siete días. En el primero apenas se hizo la luz, participando en mesas de trabajo como soñadores con propósito, escuchándonos en las lenguas que se han quedado a pesar de todo, inventamos el día y lo separamos de la noche.
En el segundo se unieron las familias alejadas por líneas imaginarias y se empezó a ver el firmamento. Si, nos faltaron cinco días más : (día 3) para hablar de los vegetales que nos alimentan, (día 4) del sol como fuente de energía, (día 5) de las criaturas marinas que nos pertenecen, (día 6) de los animales de tierra y de los hombres y las mujeres que aquí crecen, nos faltó un séptimo día para descansar.
Esta semana a cien metros del mar, tumbamos un muro de agua impuesto por quienes no nos conocían. No fue está vez la paráfrasis de un mensaje, está vez lo interpretamos con todas las letras y empezamos a escribir las leyes de un nuevo edén.
-------------------
Este artículo obedece a la opinión del columnista. EL ISLEÑO no responde por los puntos de vista que allí se expresan.