El novio salió para la catedral en burro. Vestía un traje azul celeste. Antes de salir de casa se encomendó al río y al tiempo. ¿El matrimonio es a largo plazo o a corto plazo? Se ha descolorido la carreta que tira del burro, sobre ella una mecedora de madera.
El galope del animal es corto, pausado, se parece a los pensamientos del novio atados. Con clavos de acero fijaron el balanceo de la mecedora. Hasta que la muerte los separe piensa en voz alta. Ya están reunidas las mujeres en la acera de la catedral, preguntan por el novio. Los matrimonios son al atardecer. Los funerales al medio día. Las mujeres se abanican, hace calor, sacuden sus vestidos coloridos, se secan el sudor con pañuelos bordados. ¿Qué es el amor? se pregunta el novio cuando la carreta gira en la última calle.
Byung- Chul Han menciona que la promesa, el compromiso y la lealtad son prácticas temporales genuinas. Prometen cuidarse el uno al otro pronunciará el sacerdote. ¿Cuánto dura el presente? Ya no dura nada…
Siete veces repica la campana de la catedral, los rituales no perecen al tiempo desbordado. El matrimonio como ritual está encauzado. En la puerta de la catedral suena un fandango, dos mujeres con trajes blancos vaporosos bailan con los pies desnudos, menean las caderas con elegancia, en las manos la novia lleva el ramo de rosas blancas, por donde pasan los recién casados dejan un desparpajo de sonidos. Repica el tambor en las manos oscuras de los hombres que llevan pañuelos rojos amarrados al cuello, en los pies sandalias de tres puntadas.
El camino se despeja para que el fandango se explaye. En la noche se cuela la promesa de los novios. Amar incluso después de la muerte, se dicen el uno al otro. Es un evento inmaculado que bordea el río, atrapa el silencio.
¿Qué es el amor? Los rituales conmueven, entrelazan, sostienen.
Casarse en diciembre, hacer testigos al mar o al río. Hay ritualitos para sanar, amar, soltar, remendar. Para comenzar y cerrar.
Los matrimonios son al atardecer, ven declinar el día. Los funerales al medio día, confinan la vida con la eternidad. Ambos rituales fluyen junto a otros. Las lápidas blancas. Brillantes hacen más negra la pena de la viuda, en la sombra un refugio. El vestido blanco de encaje de la novia, desmigaja la negrura del río y el cielo, rompe las alas de las mariposas y aspavienta la noche.