Concluimos hoy el recorrido espiritual que nos ha llevado a recordar, meditar y celebrar los misterios de nuestra salvación obrados por Jesucristo, nuestro Salvador. Hemos caminado codo a codo con Jesús, el niño que se forma y crece al lado de su familia; el apasionado predicador del reino, perseguido y crucificado; el resucitado y sentado a la derecha del Padre; y con él hemos colaborado en la construcción de una mejor sociedad.
Es un día de acción de gracias al Señor Juez y soberano de todo, porque ha caminado a nuestro lado, porque nos ha enseñado a vivir entregándonos en pequeñas dosis de amor, a sabiendas de que así se transforma el mundo. Pero, sobre todo, por esperarnos como buen pastor al final de camino, de quien queremos oír la sentencia: vengan benditos de mi Padre.
Jesús ha venido para establecer se reinado entre nosotros, y esa tarea continúa; nos corresponde ahora, poner nuestro granito de arena. Ojalá aprendamos de aquel gusano que fabricaba su capullo de seda con mucha paciencia, sobre una hoja de morera. Sus movimientos eran lentos pero precisos. Entonces, una araña que pasaba por allí, le dijo:
– ¿Cómo puedes ser tan lento? ¡Me pones nerviosa! Te llevo observando desde hace un rato, y en el tiempo que tú has hecho medio capullo de seda, yo hubiera tejido una extensa tela entera entre los dos árboles.
– Cierto- respondió entonces el gusano con mucha templanza- Pero tus telas se rompen con el viento y los hombres las detestan. Mis capullos sin embargo son mucho más resistentes y apreciados por el hombre. De hecho, con seda se elaboran telas que duran siglos.
Así, se construye el reinado de Dios, con hilos fuertes que duran siglos. El papa Pablo VI habla de cinco aspectos, que son como cinco hilos para tejer el reinado de Dios. "El Señor es el fin de la historia humana, el punto en el que convergen los deseos de la historia y de la civilización, centro del género humano, gozo de todos los corazones y plenitud de sus aspiraciones. Vivificados y reunidos en su Espíritu, peregrinamos hacia la consumación de la historia humana, que coincide plenamente con el designio de su amor: "Restaurar en Cristo todas las cosas del cielo y de la tierra". El santo Padre propone cinco elementos del reinado de Jesús.
El primer hilo es Jesús como fin de la historia humana. Dice san Pablo, “Cristo resucitó de entre los muertos: el primero de todos” (1 Cor 15, 20), y “el último enemigo aniquilado será la muerte. (1 Cor 15, 26). Venimos de Dios y nos espera no la muerte, sino la vida; al final del camino nos espera el resucitado. Jesús reina cuando vivimos repletos de esperanza, y con la ilusión de encontrarlo al final del camino.
El segundo hilo es Jesús como punto en el que convergen los deseos de la historia y de la civilización. El corazón humano sueña con la justicia, la paz y la fraternidad. El mundo grita que cesen las guerras en Ucrania, Israel, Colombia…, que paren las migraciones, que termine el secuestro, que no haya más asesinatos. Cristo es el punto de encuentro de todos los proyectos y anhelos del corazón humano. Pero esos deseos no se cumplen con diálogos de telaraña que fácilmente se rompen, sino que se tejen lentamente con hilos de oro que son las obras de misericordia puestas en práctica; ellas son un excelente programa mundial para superar el hambre, la indiferencia y la violencia, y para hacer visible el reinado del Dios.
El tercero hilo es Jesús como centro del género humano. Eso tiene que suceder “cuando el Hijo del Hombre venga en su gloria, rodeado de todos sus ángeles, y se sentará en su trono glorioso... serán reunidas ante él todas las naciones” (Mt 25, 31s). La historia se desenvuelve entre el antes y el después de Cristo, porque Cristo es el centro. A Jesús tenemos que mirarlo fijamente como modelo de todo hombre perfecto, como centro de atención y como fuente de inspiración, porque “el Señor es mi pastor, nada me falta”.
El cuarto hilo es Dios Padre como gozo de todos los corazones. “Cuando todo esté sometido, entonces también el Hijo se someterá a Dios, al que se lo había sometido todo. Y así Dios lo será todo para todos” (1 Cor 15, 28). Será la alabanza cósmica de la humanidad postrada a los pies de Dios.
El quinto hilo es Jesús como plenitud de nuestras aspiraciones. No hay nadie que conozca los anhelos del corazón humano sino Jesús. «Yo mismo en persona buscaré a mis ovejas, siguiendo su rastro. Como sigue el pastor el rastro de su rebaño, cuando las ovejas se le dispersan, así seguiré yo el rastro de mis ovejas y las libraré, sacándolas de todos los lugares por donde se desperdigaron un día de oscuridad y nubarrones» (Ez 34, 11 ss). Jesús conoce los deseos de la humanidad a lo largo de su historia y los ha plasmado en las obras de misericordia. Bastaría asumirlas como programa para la humanidad.
Que viva Cristo Rey, que sea el punto de llegada, el punto de encuentro, el centro de todo, y nuestro gozo, en nuestra vida personal, familiar, eclesial y comunitaria.
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Este artículo obedece a la opinión del columnista. EL ISLEÑO no responde por los puntos de vista que allí se expresan.