Cartagena ha logrado avances significativos en sus sectores de industria, puertos/logística, turismo, y comercio, pero está estancada en materia social. Esos contrastes son cada vez más evidentes y hasta no ser superados, incidirán de forma negativa en indicadores de atraso, pobreza, desigualdad, inequidad.
Avanzar en lo social es imperativo, lo que supone políticas públicas bien diseñadas y debidamente aplicadas, pero también disposición del empresariado que debe apoyar con sus iniciativas, concertando con el Gobierno, las organizaciones no gubernamentales y la cooperación internacional en los propósitos de conseguir mejores condiciones de vida para la mayoría de la población cartagenera que enfrenta difíciles condiciones de supervivencia.
Lograr una sociedad más justa no debe ser una quimera sino el propósito fundamental de quienes manejan el poder desde la política y la economía. Por lo que se ve, no ha sido así en Cartagena, donde un amplio porcentaje de la población no come tres veces al día, a veces ni dos, y vive de forma precaria, con servicios básicos insatisfechos y con sus esperanzas marchitas.
Para rescatar a Cartagena del estado de postración en que se encuentra es necesario trabajar en conjunto, unir esfuerzos, sumar voluntades. Es un proceso de largo aliento que debe poner en marcha el próximo gobierno distrital, sin perder fuerza hacia el futuro. Desafortunadamente, a los años de la “década perdida” se deben sumar los cuatro del actual gobierno, que no logró casi nada en materia social como tampoco invirtió en infraestructura, retrasando los procesos que deben avanzar para lograr la superación de los problemas que afectan a la población vulnerable cartagenera.
Está dicho, pero es necesario repetirlo. Cartagena debe librarse de improvisación y chambonería. La meta intermedia de transformación debe ubicarse en 2033, cuando se cumplen 500 años de fundación de la ciudad. En modo alguno se trata de “soplar y hacer botellas”, sino de un sólido esfuerzo mancomunado que debe contar con un liderazgo fortalecido en todas las instancias de poder, decisión y orientación, comenzando desde el Palacio de la Aduana, pasando por el Concejo, gremios, empresarios, academia, comunales, formadores de opinión, medios de comunicación, periodistas, ciudadanía como un todo. Se trata de una acción comprometida y solidaria, lejos del resentimiento y la maledicencia.
El próximo gobierno de Cartagena debe ser sólido y estar en cabeza de un líder esclarecido, con principio de autoridad, visionario, con relaciones que se puedan transformar en apoyos para la cruzada de salvación que se requiere para lograr una nueva Cartagena. Tres pilares son básicos para avanzar: educación, cultura, deporte.
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