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Oportunidades que deja La Haya

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HAROL.BUSH2Con La Haya y la demanda legal fuera del camino necesitamos ahora claridad, compromisos y unidad en relación a objetivos y metas tanto de la vía de la negociación diplomática que se anticipa, como en lo necesario para mejorar unas islas fatigadas por el diferendo con Nicaragua y desoladas por sus problemas internos que continúan aún con fallo y celebración.

Nos prometieron mucho en 2012 por la pérdida pero entregaron poco en 2023. Han sido 11 años de angustia legal y social sin una compensación real. Así que ahora una fiesta sin comida no es fiesta cumplida. Celebrar el triunfo de esta semana hubiera sido mejor convirtiendo las promesas en acciones.

Por eso este fallo no esconde ni suaviza el de 2012. Y nos obliga a enfocarnos más en las islas, aún más porque con La Haya fuera del camino existe intranquilidad de que pueda iniciarse un nuevo ciclo de indiferencia estatal nacional.

Lo que sí nos quedó como extremadamente relevante fue que el Canciller habló de buscar ‘perfeccionar’ el fallo de 2012 alrededor de los derechos raizales. Sin dar detalles y con un clima poco favorable para la negociación, deja claro que se perseguirá esa vía. Donde lo étnico raizal sería un imán diplomático facilitador. Como también lo ambiental alrededor de la protección de la reserva de biosfera Seaflower.

Tres temas importantes

Pero primero debemos tener claro qué queremos como desenlace y hasta dónde estamos dispuestos a ceder y aceptar compromisos en una potencial negociación. Debemos ahora mirar las cosas con más pragmatismo y enfrentar unas realidades que las consecuencias emocionales de la pérdida de 2012 nos han impedido mirar y aceptar.

Valga la celebración, pero esta semana ganamos algo muy humilde en el contexto de lo que perdimos en 2012 y aún tenemos que atender las consecuencias de dicho fallo.

Lo más difícil de entonces fue que se desconectaron los cayos del norte del resto del archipiélago y perdimos áreas de pesca. Pero ambas cosas se pueden recuperar –o ‘perfeccionar’ en palabras del Canciller–, con acuerdos bilaterales.

Aunque lo de pesca es bien delicado y peliagudo porque Nicaragua seguramente exigirá reciprocidad y nuestros pescadores no quieren eso porque desean proteger nuestros bancos. De manera que esto de recuperar lo perdido con derechos étnicos de pesca es un arma de doble filo. El tema ambiental tiene más trascendencia y menos peligro.

Para ‘perfeccionar’ el fallo de 2012 y hacerlo sostenible, es necesario identificar objetivos y líneas rojas teniendo en cuentas tres aspectos…

En primer lugar, es necesario poner en contexto y asimilar la pérdida. Para muchos juristas nada perdimos y más bien ganamos en 2012 porque no éramos dueños legales de las aguas que perdimos. Creíamos que esas aguas eran legalmente nuestras, pero no lo eran y el mismo gobierno colombiano había aceptado esto desde los años setentas porque Colombia nunca firmó un tratado que específicamente determinara las fronteras, dejando así que La Haya lo hiciera en 2012.

Nosotros pensábamos que eran nuestras aguas porque ejercíamos soberanía étnica, política y militar sobre ellas, pero no soberanía legal como pensó el gobierno colombiano y como confirmó La Haya.

El derecho internacional otorga jerarquía a la distribución equitativa y justa por encima del ejercicio de soberanía sin títulos legales y Colombia no demostró antes –ni durante la audiencias– de 2012 nuestra soberanía étnica por ejercicio continuo de actividad económica sobre el área pérdida.

En segundo lugar, es importante analizar el mapa de la asignación de áreas en 2012. Por la geografía no nos reconocieron espacios en el oeste y norte para así entregar una distribución justa y equitativa a Nicaragua, pero nos reconocieron todo hacia el este que considerábamos nuestro. El fallo de esta semana, al negar la pretensión de Nicaragua de apoderarse del suelo y subsuelo debajo de nuestras aguas en esta zona, confirma esta lógica jurídica.

Y en tercer lugar, debemos ser creativos y pragmáticos y explorar opciones como un canje o gestión conjunta de áreas, para protección ambiental y pesca, algo similar a lo que ya tenemos con Jamaica alrededor de Seranilla y Bajo Nuevo.

El fallo abre posibilidades diplomáticas al reducir las expectativas e intrepidez nicaragüense y al otorgar a los isleños y a Colombia algo de vitalidad emocional y diplomática que nos era elusiva desde 2012 y que podría ahora facilitar el diálogo. Pero estamos a la expectativa de lo que se decida y es tiempo de dar sentido a una agenda que si bien ha sido pomposa en denominación ha sido un tanto vacía en contenido.

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Este artículo obedece a la opinión del columnista. EL ISLEÑO no responde por los puntos de vista que allí se expresan

 

 

Última actualización ( Domingo, 16 de Julio de 2023 08:42 )  

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