Las Naciones Unidas designaron, desde 1973, el 5 de junio como Día Mundial del Medio Ambiente para destacar que su salud afecta de manera significativa el bienestar y el desarrollo económico en todo el mundo; sobre todo en años recientes, cuando nos enfrentamos a un riesgo global como el cambio climático (CC).
Según la última investigación del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC, por sus iniciales en inglés), tenemos como humanidad menos de 10 años para llevar a cabo las transformaciones requeridas para evitar las peores repercusiones de ese fenómeno.
De acuerdo con las predicciones del Grupo, el nivel de dióxido de carbono (CO2) en la atmósfera tendrá que haber disminuido un 45% para 2030, a fin de que el calentamiento mundial no supere 1,5°C y no nos arriesguemos a sus funestas consecuencias.
Qué se está haciendo en las islas
A propósito de los 50 años de esta efemérides, EL ISLEÑO dialogó con Mishell Taylor Mclean, coordinadora del proyecto ‘Cambio Climático’ en la corporación ambiental Coralina, y trascendió que dentro del Plan de Acción de la entidad, desde 2020, se puso en marcha una macro iniciativa de gobernanza territorial frente a los efectos del CC y la elevación del nivel del mar.
En cumplimiento de ésta se formularon varias estrategias, como un estudio para evaluar qué tan vulnerable es el Archipiélago ante los huracanes; y otra más, sobre protocolos para la cuantificación de daños después del paso de tormentas tropicales, y los procedimientos a seguir para recuperar, en el menor tiempo posible, las afectaciones en pastos marinos, manglares o corales.
Adicionalmente se adelantó un estudio sobre ‘carbono azul’, orientado a evaluar la captura de CO2 en los manglares de las islas: ecosistema que se ha vuelto un fuerte aliado en el mundo para minimizar los efectos del CC.
“Los manglares son muy valiosos porque ‘secuestran’ en sus raíces, el humo de los vehículos y todo tipo de contaminación. Y el estudio en las islas resultó muy positivo porque evidenció que efectivamente nuestro ecosistema cumple ese cometido, lo que sirve como insumo para justificar acciones en pro de su conservación, como mecanismo de adaptación y mitigación al CC”, explicó la funcionaria.
Taylor Mclean también comentó que este proyecto se realizó en convenio con el Instituto de Investigaciones Marinas y Costeras José Benito Vives de Andréis (Invemar), la entidad experta en el tema de manglares en el país.
La investigación incluyó muestreos de suelo, ramas y hojas secas en campo, tanto en San Andrés como en Providencia, en los años 2021 y 2022; muestras que se llevaron luego a laboratorio para calcular el contenido de CO2, encontrando valores significativos de este compuesto.
'Carbono azul’
Actualmente se está preparando una segunda fase de este estudio, para avanzar en propuestas de ‘carbono azul’ y ‘bonos de carbono’ que, si bien son más bien nuevas en el país, ofrecen unas posibilidades interesantes de adquisición de recursos para el Archipiélago.
Según expresó la profesional, se trata de una apuesta para que los manglares se potencien como ‘macro pulmones’ que absorben agentes contaminantes, al tiempo que se les protege y conserva localmente, mediante recursos emitidos por grandes países emisores de ese CO2, a modo de compensación.
También señaló que los resultados obtenidos con este tipo de estudios, sirven de base para establecer políticas en pro de su protección y restauración; así como para socializarlos en colegios y con la población isleña acerca de qué es el carbono azul y por qué es indispensable salvaguardar los manglares.
Para concluir, la coordinadora aseguró que a través de estas socializaciones constantes en los distintos sectores de las islas, ha cambiado en buena parte la mentalidad de los ciudadanos frente a los manglares, los cuales no gozaban de muy buena reputación, principalmente por el olor que emanan (desagradable para muchos), lo que de alguna manera ha dado pie para que se conviertan en botaderos a cielo abierto; o que se destruyan para construir en esos terrenos.
“Hace muchos años la mayoría de la gente los veía como ‘mosquiteros’, y pensaba que había que talarlos para evitar la propagación de insectos. Pero a medida que han ido conociendo su importancia, y sobre todo después de los huracanes, al ver cómo protegieron a Providencia del impacto más fuerte, la imagen de los manglares ha ido mejorando”, finalizó.