A propósito de la aprobación en el Senado de la República del ingreso de Colombia al Acuerdo de Escazú, tratado internacional que busca regular la participación ciudadana en asuntos ambientales. Representantes y miembros de entidades ecológicas de las islas, se refirieron a sus posibles beneficios, especialmente para el Archipiélago y la Reserva de Biosfera Seaflower.
El biólogo marino al servicio de la corporación ambiental Coralina, Rubén Azcarate, indicó que, en términos ecológicos, "Escazú es una iniciativa importante que sirve como herramienta para la gestión de recursos naturales", agregando que lo que busca es "la transparencia de los procesos de la gestión que se lleve a cabo".
En este sentido, Azcarate precisó que fomenta la creación de instituciones y veedurías que hagan pública la información sobre todos los proyectos ambientales que en Colombia, siendo uno de los países megadiversos más grandes del mundo debería tener: "nos permitiría a nosotros, como ciudadanos, poder participar, hacer seguimiento y contribuir a una mejor gestión de nuestros recursos naturales".
Así mismo, el ingeniero y especialista en gestión ambiental, Larry Gallardo, funcionario de la Secretaría de Servicios Públicos y Medio Ambiente, precisó que el impacto de Escazú, más allá de permitir acceder a la comunidad a una "justicia ambiental", sería positivo para la isla, "si se trabaja de manera articulada en los programas y proyectos ambientales que se presenten desde la isla misma, donde muestre la realidad ambiental y se tengan en cuenta los puntos de vista de los isleños, y sean ellos mismos quienes los aprueben ante las autoridades ambientales".
En este sentido, Gallardo afirma que se podría crear "una verdadera cultura ambiental, que nos beneficie a todos en la región Insular, y sumar así la importancia que merecemos como Reserva Seaflower".
La sociedad civil
Por último, Jorge Sánchez, socio fundador de Help2Oceans opinó que desde la participación en labores de protección y preservación de las áreas de relevancia en América Latina y del Gran Caribe, el Acuerdo de Escazú entrega un serie de herramientas de participación ciudadana que conllevan a la unificación de criterios de la cooperación entre naciones sin dejar a un lado la protección de los derechos individuales.
Lo anterior, con énfasis en el individuo vulnerable que, teniendo liderazgo, se somete a riesgo por su labor en pro de los derechos comunes como lo es el derecho a un ambiente sano. De ésta manera entrelaza no solamente regiones sino culturas, usos y costumbres, géneros y situaciones de alta vulnerabilidad.