Por lo visto, la sobrepoblación y la inseguridad, que bien podría llamársele el cóctel de la desesperanza, angustian hoy más que nunca a los habitantes de la isla de San Andrés, ya que estos dos problemas se agravan, en vez de mejorar.
Así lo demuestra el desconocimiento del decreto 2762 de 1991 (Occre), que dejó a la vista la socialización del ‘Estatuto temporal de protección para migrantes venezolanos’ en la isla, que impulsa la Presidencia de la República.
Este paso constituye un enorme retroceso en el propósito de controlar la inmigración de cualquier tipo en este pequeño territorio insular, pues no se tuvo en cuenta la situación de sobrepoblación y la inexistencia de un estudio de carga poblacional.
Los hechos punibles, por otro lado, están logrando poco a poco, como la terrible historia de los asesinatos de líderes sociales en otras latitudes del país, ser parte del paisaje. La muerte de dos policías a manos de civiles, las amenazas de muerte contra líderes raizales y las manifestaciones de un turismo que no respeta el orden local, parecieran estar siendo tratados como cuestiones aparentemente normales.
Y la autoridad, tanto local como nacional, presta siempre a tomar las mismas medidas de antaño (todos los problemas son militarizados, planteados en términos de poder y eficacia, o repelidos tardíamente con mayor presencia de policía en áreas donde el delito es recurrente), ha mostrado que no da abasto para contener el desbordamiento de la ocurrencia de estos fenómenos.
Si bien es cierto que hay indignación social en la isla por esta crítica situación, lo es también el hecho de que esta no se ha traducido en acciones que impulsen cambios reales a corto y mediano plazo. Paradójicamente, extraña ver poca cantidad de pueblo volcado en las calles apoyando las marchas de protesta que se han realizado últimamente, como si los problemas en mención solo afectaran a unos cuantos.
Un pueblo está en todo su derecho de no aceptar la historia tal como marcha, si marcha mal. Ha de enfrentar la realidad para denunciar lo que está en riesgo y no colaborar con el estatus quo reinante. Pero no podrá hacer esto último con posibilidades de éxito, si no resulta de la solidaridad y la cooperación, de una clara y profunda comprensión del "somos" creador de valores que se identifican con la unidad y el concepto de humanidad.
Rousseau, que predicaba la tolerancia, creía, sin embargo, que había que actuar firmemente contra la corriente de la historia cuando está desbordaba los principios de la justicia y la razón. Y es precisamente eso lo que está faltando hacer para que el contrato social no sea arrastrado por las enfurecidas aguas de la historia presente.
El conformismo puede ser el mejor aliado de la situación en este momento, de ahí que el movimiento popular sea una de las formas más visibles de reclamar el cese de la problemática en cuestión y la expresión del deseo de todos de tomar parte en la lucha, de contribuir y fortalecer la organización contra este adverso capítulo de la historia de San Andrés.
Sin ley no hay libertad, advierte Albert Camus. Y, señala: "sólo hay libertad en un mundo en el que lo que es posible está definido al mismo tiempo que lo que no lo es". Por tanto, la acción conjunta entre las autoridades y la comunidad supone un paso en el sentido correcto y la reivindicación de las leyes rotas por la anarquía sin dignas causas sociales. Para que el Derecho abandone la zaga de los hechos.
Las tribulaciones, las desilusiones y la melancolía son –en el fondo– experiencias que ponen a prueba el carácter de un pueblo y contribuyen a madurar nuestro ser. La concertación, el consenso y la voluntad general, constituyen las mayores y mejores fuerzas humanas posibles contra las dificultades.
Un pueblo unido, jamás será vencido. Bien lo saben quienes han estado en las luchas sociales que se han desarrollado a través de la historia de la humanidad.Estas reflexiones no son, como ven, inactuales, son la evidencia de la marcha difícil hacia el futuro.
"No podemos elegir nuestras circunstancias externas, pero siempre podemos elegir cómo responder a ellas": Epicteto.
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Este artículo obedece a la opinión del columnista. EL ISLEÑO no responde por los puntos de vista que allí se expresan.