La historia refuerza el carácter de sus ciudadanos con hitos que apalancan el sentido de pertenencia. En los últimos años se han conmemorado trascendentes bicentenarios de hechos históricos contundentes y estructurales en la confirmación y en la conformación del Estado colombiano.
Algunas celebraciones como el de los doscientos años de llamado ‘Grito de la Independencia’ del 20 de julio de 1810; la independencia de Cartagena de 1811; las batallas del pantano de Vargas y del puente de Boyacá de 1819; la primera constitución política de Cúcuta en 1821, son referentes históricos inocultables.
Otros protuberantes hechos en la historia del Archipiélago como las adhesiones de gente y territorio a la República de la Gran Colombia por los pueblos kriols del Caribe sur occidental parecen ignorados y debemos recordar que en seis meses más, el próximo 23 de junio, se cumplirán 200 años de la vinculación política a Colombia de los habitantes de las islas de Old Providence and Kethlina, agregando también su territorio y su mar.
¿A quién le importa este bicentenario?
Siguieron en esta histórica determinación, a los pocos días, los habitantes de la isla de San Andrés y los de la Costa de la Mosquitia, con su territorio que fue desde el Cabo Gracias a Dios –en los límites hoy de Nicaragua con Honduras sobre el Mar Caribe– hasta la desembocadura del río San Juan que delimita con Costa Rica, con sus islas y su mar.
¿Pero, a quién le importa este bicentenario?
En 1806 se termina en las islas y en la Costa de la Mosquitia la colonización española. Su último representante político, el gobernador Thomas O’Neill, fue removido de su cargo y enviado a la ciudad de Cartagena contra su voluntad. Nunca más hizo presencia España en esta zona del Caribe. Tampoco otro Estado. Con autonomía se proclamaron parte de la Gran Colombia.
De estos hechos dejó constancia –con placa recordatoria en el aeropuerto, bautizándolo Sesquicentenario– en 1972, el presidente Misael Pastrana Borrero en las celebraciones oficiales de los 150 años, siendo mandatario de las islas el intendente Félix Palacio Stephens.
¿Cincuenta años después, a quién le importa el bicentenario?
Nadie recuerda el irresponsable abandono, pérdida y entrega documental de la Mosquitia colombiana. Nadie en Colombia otorga honores a la lucha que sostuvo George Montgomery Hudgson, sanandresano, quién con un puñado de hombres armados enfrentó la usurpación nicaragüense a un territorio de la república del tamaño de Panamá, por varios años, hasta que resultó vencido por la firma del tratado Esquerra/Barcenas.
Los habitantes de las islas al occidente del meridiano 82 reclamaron insistentemente apoyo de Colombia que nunca les llegó.
¿Hoy a quién le importa el bicentenario?
Podría ser el inicio de compromisos serios y trascendentes como la capacidad de carga poblacional sobre las islas, como el interés por los raizales cuyo estatus político en su territorio es el de un Pueblo, una Nación dentro de un Estado que es la República de Colombia.
Es un pueblo ancestral, indígena raizal reconocido y que debe recibir protección, dirección y manejo autónomo bajo el Convenio 169 de la OIT y demás normas aplicables (ley 21/1991).
Podría ser todo esto más el interés académico en los distintos niveles para enseñar al país la historia que les corresponde de los raizales y sus derechos.
Siquiera que sea también tema para debatir con los aspirantes a la presidencia de Colombia para el periodo constitucional de 2022-2026, si verdaderamente les importa nuestro bicentenario de ser colombianos.
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Este artículo obedece a la opinión del columnista. EL ISLEÑO no responde por los puntos de vista que allí se expresan.