Vistos los últimos sucesos, en la isla mayor del Archipiélago de San Andrés, Providencia y Santa Catalina, donde se aproxima la fecha de apertura de la actividad turística como alivio a la situación económico-social se observan posiciones de optimismo y en contraposición, de preocupación por el incremento en el número de contagios.
Las cifras conocidas hablan de que los cerca de seis meses de inactivad han arrojado una drástica reducción de los ingresos en un altísimo porcentaje con respecto al junio del año anterior.
Otro punto de no olvidar, es el impacto en las personas que durante este tiempo fueron sometidas al cumplimiento de normas establecidas para reducir la cifra de contagios y que hacen recordar al bolero del cubano Rolando Laserie (1923-1998)
“Hola Soledad
No me extraña tu presencia
Casi siempre estás conmigo
Te saluda un viejo amigo
Este encuentro es uno más...”
Es así que los casos son diversos, unos aislados en familia, otros a pesar de estar en la misma ciudad, disgregados de sus seres queridos. También los embarcados en cruceros, separados de la zona continental, en diferentes países e incluso en diferentes continentes:
“Yo soy un pájaro herido
Que llora solo en su nido
Porque no puede volar
Y por eso estoy contigo
Soledad yo soy tu amigo
Ven que vamos a charlar..”
Sin dejar de contar los que por contagio u otra dolencia se encuentran internados en un hospital, o por estar confinados en la cárcel local; circunstancias que no se pueden cuantificar en términos de moneda:
“Hola Soledad
Esta noche te esperaba
Aunque no te diga nada
Es tan grande mi tristeza
Ya conoces mi dolor”
Lo que se pretende hacer notar es que, gran parte de los contagios, son debido a la indisciplina social reinante en la isla de San Andrés, la cual conlleva agravar la situación, no sólo en quien incumple la norma sino en términos colaterales.
Habría que ser muy ingrato para desconocer las bondades de vivir en la isla, máxime cuando se encuentra puertas y brazos abiertos, calidez del clima, la cercanía al mar y las bondades de su medio ambiente como para no corresponder de forma voluntaria.
Lo cierto es que se busca reactivar la economía local, para lo cual es menester que se pongan en estricta práctica los protocolos diseñados para superar la crisis actual o que el infractor reciba el peso de la ley.
No obstante, cabe la opción que la ciudadanía genere una ‘gran alianza’, conforme la forjó Winston Churchill durante la segunda guerra mundial; llamar a la unidad de voluntades para jamás ceder ante el agresor, encomendando a Dios por encima de todo. Finalmente todos los caminos nos llevan ante Él.
*socio fundador de la ONG Help 2 Oceans Foundation
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Este artículo obedece a la opinión del columnista. EL ISLEÑO no responde por los puntos de vista que allí se expresen.