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Sin miedo y sin rencor

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EDNA.RUEDA02ENBPasando tiempo frente a la televisión, me encontré una serie belga en una conocida plataforma de internet: ‘El jurado’. En los primeros minutos noté, que cuando se recogían los testimonios, el juramento que proferían era distinto al que usan regularmente las series norteamericanas. En el caso belga, los implicados juraban hablar libres de temor u odio, en vez de decir solo la verdad y nada más que la verdad.

Hay una implicación contundente en esta afirmación: no se trata solamente de decir la verdad, con la crudeza que se espera, sino que a esta verdad propuesta se le aplican dos adjetivos, será, además, valiente y ajena a antipatías o resentimientos.

Intrigada por esta anécdota, investigué un poco más y hallé que, se puede acompañar esta premisa, de la confirmación que no se recibe un propio beneficio.

Ante la primera se me hace incomprensible la rigidez europea que puede emitir en un juicio una verdad así, libre hasta de la emoción, sin la parcialidad innata que nos envuelve a los humanos. Luego, admiro en la propuesta la intensión de llegar a la exposición de los hechos sin dolor, sin miedo a las repercusiones y sin deseos de venganza.

¿Será esto posible? ¿Podríamos por ejemplo criticar una acción gubernamental, absteniéndonos de odios y temores? ¿Dejando rencillas viejas o sin el miedo a perder el ‘contrato’? ¿Pero, no habría entonces un beneficio?, ¿el beneficio mismo de una conciencia que nos pueda soportar un sueño profundo? ¿Y, podremos dejar a un lado la emoción inevitable de quien prevé futuros grises si se malversan fondos o se desvían dineros?

¿Acaso no se hace bien al esperar retaliaciones si se formulan cuestionamientos a quienes ostentan el poder?

En un status quo de mutuo elogio, levantar la voz así, sin miedo y sin rencor se vuelve un bien en sí mismo. Libre incluso de una diplomacia insulsa, y de un juego macabro para perpetuar amistades convenientes, se balancean bienes mayores: estabilidad política versus salud pública, por ejemplo, consciencia versus silencio, voz versus trabajo.

La reflexión toma una pausa para enfrentar súbitamente la puesta en práctica del debate ético que hierve en mi mente: la alerta de un correo electrónico corta el silencio…

Tengo una audiencia virtual programada para el próximo 22 de julio a las nueve de la mañana, con motivo de la Acción Popular interpuesta en agosto de 2017 en favor de la prestación adecuada de los servicios de salud en el archipiélago.

Y otra vez la pregunta: ¿hablaré sin miedo y sin rencor?

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Este artículo obedece a la opinión del columnista. EL ISLEÑO no responde por los puntos de vista que allí se expresen.

Última actualización ( Sábado, 18 de Julio de 2020 12:29 )  

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