A mediados de siglo pasado se inició un proceso de cambios socioeconómicos sin precedentes en la historia del archipiélago de San Andrés, Providencia y Santa Catalina. Un giro que, si bien, se apoyó en la estratégica posición geográfica y en el hermoso marco verde-azul de su mar, modificó la dinámica sociocultural e intervino decisivamente en espacios naturales de éstas islas.
El turismo abrió puertas para la compra-venta de un sinfín de artículos importados dada la conectividad con Panamá y Miami, o bien, para el disfrute de las playas y del paisaje. Estas ‘ventajas’ permitieron un crecimiento híper acelerado, especialmente en San Andrés.
Efectivamente, San Andrés es y ha sido foco de atención del turismo centroamericano, suramericano, europeo y, en mayor proporción, de la propia población nacional; en suma, un total que sobrepasa en la actualidad el millón de visitantes/año, ofreciendo grandes beneficios económicos, no siempre de la manera más adecuada y equitativa.
Desafortunadamente este enorme crecimiento, muestra impactos por sobrepoblación, sobreuso de espacios ecosistémicos, deficiencia para cubrir las necesidades de recurso hídrico y de manejo de residíos sólidos y líquidos, además de los impactos sociales correlacionados al crecimiento empresarial sin desarrollo de la infraestructura local.
Es así como la ‘responsabilidad ambiental’ como estrategia para la perdurabilidad vista desde un aspecto global y tomando como referencia a un conocido artículo de la Universidad del Rosario (Bogotá), se observa que: “el interés del hombre por generar riqueza dejó de lado un factor clave en el largo plazo para la supervivencia del hombre: la adecuada utilización de los recursos naturales no renovables”.
En la actualidad poco o nada se acepta que es el medio ambiente lo que hace ser turística esta isla; aquellos ecosistemas bien sea marinos, costeros o de playa donde los operadores prestan un servicio no esencial mientras la naturaleza aporta los servicios esenciales que son los genuinos generadores de riqueza; sin ellos no hay atractivo que motive al visitante.
A todas estas por más de sesenta años de una actividad, equivocadamente catalogada como ‘industria sin chimeneas’, se han dejado en el archivo del olvido las acciones para mitigar los impactos directos o indirectos que perjudican el servicio esencial.
Con una visión renovada, el capítulo San Andrés y Providencia de la Asociación Hotelera y Turística de Colombia (Cotelco) se pronunció afirmando que “somos valiosos en cocina, cultura, oferta náutica… Somos reserva de Biosfera. Así que no nos podemos quedar solo en el ramo vacacional. Estos ingredientes naturales de las islas nos dan genuinas oportunidades para que nos miren con interés turoperadores y empresarios de emisores distintos y que llegue cada día un mejor público”, según entrevista concedida a este periódico por el presidente de dicha asociación, Juan Carlos Osorio Aguilar.
Queda por reconocer que si bien algunas empresas realizan esfuerzos dentro del marco de la competitividad o para cumplir con regulaciones pertinentes, se puede observar que no basta para evitar el daño ambiental, porque “en cualquier caso, la realidad es compleja; en algunas empresas la cuestión ambiental ha sido desestimada”, afirman, por otro lado, María Andrea Trujillo y Rodrigo Vélez Bedoya de la mencionada cátedra.
Es necesario aceptar que de tener y mantener una tendencia sostenible hacia la protección y preservación ambiental, la participación empresarial activa es caramente una inversión a mediano o largo plazo que se ve reflejada en términos de ganancias al generar compromiso y bienestar laboral, imagen empresarial favorable y credibilidad del consumidor, retención de cliente y retorno en utilidades.
La invitación, entonces, a los entes de gobierno, de control, instituciones de educación escolar y superior, a las empresas domiciliadas en la isla y a la comunidad en general, es a apostarle a la sostenibilidad como un propósito colectivo para que este hermoso marco natural de San Andrés se perpetúe en beneficio de las generaciones venideras.